A continuación os cuento como eran algunas de las cosas que podiamos comprar en los quioscos
EL Chupa Chups era un caramelo con palo que se empieza a comercializar porque Enric Bernat idea un sistema por el cual los niños evitan la incomodidad de ensuciarse las manos, la idea sería como tomar un caramelo con tenedor, se experimenta y finalmente se empieza la producción. Pero no será un tenedor sino un palo de madera el que permita tomar cómodamente un caramelo, a partir de entonces lo conocemos como el famosísimo Chupa Chups.
El precio de mercado fué de 1 peseta, era caro para los años cincuenta pero sin duda se hizo para dar la imagen de un caramelo de calidad.
El Toffe era un caramelo masticable que la marca DAMEL comercializó en unos paquetitos de diez caramelos y con distintos sabores: Avellana, Café y Cacao. Se vendían en quioscos, pastelerías, heladerías etc... y llego a ser una de las golosinas más populares de la época. Damel creó un eslogan que decía Damel, el sabor que da energía inundando el mercado para disfrute de niños y mayores.
Los Anisitos o los juguetes con bolitas de anís. El éxito en los años 60 se debió a que era una golosina y un juguete. Los había de distintas formas: pistolas, lecheras, aviones, la Ratita presumida, botijos, lupas, cochecitos, muñecos, sifones y muchos más articulos diferentes. Los niños y niñas de la época lo utilizaban para jugar a las casitas, a las tiendas, a los papás y las mamás y otros juegos después de comerse sus bolas con sabor anís.
Los Cigarrillos de chocolate eran otro clásico de las golosinas y fueron durante varias décadas una de las chuches preferidas de niños y niñas. El chocolate acompañó a varias clases de golosinas como las monedas, las botellas, las sardinas, pero los cigarrillos quizá fueron las más populares entre la chiquillería. Había cajetillas de todas las marcas de la época: Camel, Pall Mall, Ducados… Por cierto, la mayoría de las veces no había forma de despegar el papel con el que estaban cubiertos, así que, antes que tirarlo nos lo comíamos con él.
El Chicle Bazoka fué el rey de las golosinas a finales de los años 60 y durante los 70, eran la estrella del quiosco 1 peseta un chicle. Fué también muy famosa su canción el Chicle Bazoka, se estira y explota, también fueron famosos sus regalos como las calcomanías de escudos de equipos de fútbol y las gorras de sus promociones.
Lo que hace que el chicle Bazooka haya perdurado en la memoria aparte de su sabor intenso era por lo dura que estaba la goma al empezar a mascarla o lo grandes que podían ser los globos. Fue el que prácticamente desde el principio dentro de la envoltura llevaba una tira de comic con un personaje llamado Bazooka Joe, claro está que su eslogan lo decía muy claro: el que más se hincha es un Bazoka, este si que se masca bien y no pierde el sabor y dura cuanto quieras.
Los Mistos Garibladi o Fósforos o rasquetas eran un clásico del quiosco, se trataba de unas tiras de papel cartón con trocitos de fósforo pegados que recortábamos con la mano y los rascábamos sobre las paredes produciendo pequeños estallidos y chispas. Los más valientes se lo ponían dentro de las manos agitándolos para no quemarse produciendo así un sonido característico. Estos pequeños fuegos artificiales eran el alma de muchas fiestas populares y era de las pocas cosas que los padres dejaban utilizar a los más pequeños. También lo chupábamos (craso error) para pintarnos la cara puesto que eran fosforescentes como los fuegos fatuos.
Los Recortables de muñecas que hacían que las niñas tijera en mano se divirtiesen vistiendo y desvistiendo a muñecas de papel también conocidos con el nombre de mariquitas. Fué sin duda uno de los juguetes más populares de las niñas de los 50, 60, 70 y 80. La ilusión por cambiar de ropa a estas muñecas se ha trasmitido de generación a generación.
El recortable era ideal y de un coste no muy elevado que te permitía vestir a tu muñeca para la ocasión: Hoy hace frío le pondré el abrigo, bufanda y botas, para ir al cole su equipo completo de estudiante.
Los Recortables para chicos hacían que los niños se divirtiesen montando verdaderas batallas de papel. Fué también sin duda uno de los juguetes más populares de las niños de los 50, 60 y 70. El recortable era ideal y te permitía montar tus propios escenarios y con los personajes que más nos gustaban. En España se publicaron varias series: indios y vaqueros, soldados norteamericanos, españoles, etc.
También eran muy populares los recortables de edificios, trenes, coches, barcos y aviones.
Los Sobres sorpresa Montaplex, sin duda fueron las estrellas del quiosco en los años setenta. Miles de niños acudíamos duro en mano a comprar estos magníficos juguetitos. Se llamaban sorpresa, pero todos sabíamos lo que nos iba a salir de antemano la mayoría de las veces pero la ilusión era siempre latente. Era como si esperábamos algo nuevo, algún objeto que causara las miradas de emoción de otros niños.
Las series eran muy variadas: grupos y ejércitos de todas las naciones dónde podíamos recomponer las batallas más insólitas, también estaba el armamento pesado como aviones, cañones, ametralladoras, helicópteros, camiones, jepp y toda clase de navíos.
El viejo Oeste también estaba representado con los guerreros indios, vaqueros, el scheriff, el fuerte que aguantaba los temibles ataques de los pieles rojas, y cómo no, el poblado indio. También se recreaban los objetos que destacaban en las series de televisión como el submarino de Viaje al fondo del mar o los platillos voladores de los Invasores.
Un clásico fueron también los Buzos y Hombres rana, costaban 1 peseta y quizá los únicos que llegaron a equipararse con los indios y vaqueros. Los niños de la época jugaban con estos muñequitos de plástico a imitar su serie favorita: Viaje al fondo del mar y estos buzos eran ideales para recrear escenas submarinas donde podían acompañar otros juguetes que salían en los sobres sorpresa.
Un buen ejemplo de la aceptación del plástico lo tuvimos con los Indios y Vaqueros, costaban 1 peseta y durante la década de los sesenta fueron los auténticos reyes del quiosco. Eran de un solo color y algunos tenían su propio caballo. También había personajes del ejército español, norteamericano, alemán, japonés, romanos, vikingos, piratas etc..., después aparecieron los muñequitos pintados, éstos eran mucho más caros pero también más reales.
El Fuerte Fort Grand Comansi, se fabricó en la década de los setenta y tuvo muchísimo éxito entre los más jóvenes, estaba fabricado en madera y plástico. Hay que destacar los impresionates dibujos que llevaba su caja. Este juguete fue el entretenimiento ideal para montar verdaderas batallas entre indios y soldados, también estaba el Carromato plástico y otros accesorios para que los niños se pudieran montar auténticos poblados y otros escenarios del salvaje Oeste americano.
La Diligencia Comansi, estaba fabricada de plástico e iba en su caja la cual tenía unos impresionantes dibujos del Far West. Este juguete fue el complemento ideal para el Fuerte y para los indios y vaqueros que comprábamos en el quiosco.
Fueron entrañables aquellas escenificaciones que se montaban en el salón de casa dónde los indios o bandidos que ocultaban su cara atacaban la diligencia. Un recuerdo muy apreciado para todos aquellos que jugamos a indios y vaqueros en la niñez.
Las Caretas los niños de la época las compraban para el juego diario con otros amigos. Tener la careta del Pirata y una espada de madera o de plástico suponía que por unos momentos se sintieran los bucaneros intrépidos que surcaban los siete mares en sus temibles galeones. La imaginación también se desbordaba con otras caretas como las de indio, el guerrero Zulú y otras que aparecieron con personajes de dibujos animados y cuentos infantiles. Eran de cartón y se unían a la cabeza con una gomita que con facilidad se soltaba, pero no era problema la volvíamos a unir con un nudo más seguro.
Tener el juego de caretas de Agente X Especial era ideal para adquirir las múltiples personalidades del agente secreto. Podías disfrazarte con gafas y barba, con un antifaz que llevaba una calavera con sus dos tibias (careta que no tenía nada que ver con los espías y agentes secretos) y ponerte unos ojos nuevos para no ser reconocido por los agentes enemigos. Eran de cartón y estaba incrustadas en una hoja rectangular.
El Visor de fotogramas de cine para ver fotogramas de películas que mostraban a los héroes y villanos del celuloide. Este juguete iba acompañado de dos cajitas con fotogramas de películas clásicas del Oeste, de Romanos, de Guerra y de Amor entre otras. Por unos instantes nos sentíamos directores de Los Diez Mandamientos o de Sissi y protagonistas de Espartaco o cualquier otra película clásica del 7º Arte.
Era habitual ver a los niños y niñas mirando a sus personajes favoritos a través de este visor de plástico mientras comentaban unos a otros ¿a mí me ha salido Ben Hur y a ti...?.
Las Familias del Mundo fué un juego de baraja infantil, este juego apareció a mediados de los años 60 y pronto se haría muy popular entre los niños de la época. Entrañables las familias de los Tiroleses, Bantúes, Esquimales, Chinos, Indios y Mexicanos. El juego consistía en juntar familias completas. El jugador que conseguía reunir el mayor número de éstas ganaba la partida, la colección se componía de 43 cartas y estaba indicado para 2 o más jugadores. Este juego era habitual en los recreos de los colegios, en las casas junto a familiares o amigos.
A esta baraja le salió una competidora Parejas del Mundo otro juego que llegaría a convertirse en otro clásico del entretenimiento infantil.
Los Artículos de broma se vendían en los quioscos de los años 60, aunque también se vendían en otros establecimientos como jugueterías, droguerías etc. Los artículos de broma fueron un producto que tuvo mucha aceptación a finales de los 60 y en la década de los 70. Entre estos artículos se podían encontrar Bombas Fétidas que eran unas ampollas que contenían un líquido con un olor insoportable, Tinta Mágica que al verterla sobre cualquier tejido producía una gran mancha que desaparecía a los pocos segundos, Polvos Pica Pica que hacían estornudar, Azucarillos una vez disueltos en cualquier líquido salían a la superficie moscas o granos de café.
Quizá éstos fueron los más populares pero había otros como la sortija de agua, las placas que imitaban el ruido de rotura de cristales, dientes deformes, excrementos, dedo herido, cuchillo clavado en la cabeza y muchos más, El envoltorio de cada broma iba numerado (ejemplo: Broma nº 16) y aparecía la cara de un chino mandarín.
La Cámara de fotos fué un clásico del Pipero y de los puestos ambulantes de ferias y mercados. La cámara de fotografía con sorpresa fue un éxito de ventas, su principal atractivo era apretar un botón y del objetivo salia una especie de gusano con cara de payaso que emitia un sonido muy especial, fue el deleite de los niños y niñas de los años 60.
Las Bolas locas o Clic Clac de finales de los 60, eran unas bolas de plástico compacto que se golpeaban entre sí y que con una velocidad y un ritmo adecuado, hacían un efecto brutal y nos hacían pasar horas... dándole al tema. Las bolas Clic Clac (Klik Klaks o taca taca) compartieron kiosko junto a otros artilugios de la época como los trompos y los yo-yos. Venían en una bolsita con un cierre de cartón donde se podían leer las siguientes instrucciones: Coger la anilla entre el índice y el pulgar procurando que no esté enredado el hilo. Mover la mano despacio hacia arriba y hacia abajo para que choquen las bolas entre sí. Seguir haciendo los movimientos hacia arriba y hacia abajo hasta que las bolas se abran lo máximo posible.
Las Ranas metálicas en algunos lugares de España se conocieron como Chicharras. Fueron una especie de juguete o entretenimiento muy popular en los años 60 que presionandolo una y otra vez, su fleje o lámina trasera emitia un ruido muy caraterístico... ¡clac, clac, clac! que fastidiaba mucho a los padres pero que encantaba a los más pequeños. Eran todas de hojalata dorada o plateada, más tarde salió una nueva versión pintadas de verde.
La pequeña Pistola lanza tapones de corcho se comercializó en la década de los 60 y tuvo muchísimo éxito entre los niños de la época. Esta pistola era de plástico e imitaba a la que llevaban los agentes secretos de las series de televisión, lanzaba pequeños tapones de corcho y se podía encontrar en quioscos y jugueterías. Su coste no era muy elevado por lo que la hacía asequible a todos los niños.
Después se vendieron las pistolas lanza ventosas que lanzaban pequeñas ventosas, la pistola lanzadora de ventosas hizo que muchos niños de la época imitaran a sus héroes favoritos del tebeo y la televisión. Estas pistolas fueron desplazadas por las llamadas detonadoras famosas por ser de metal a las que se le colocaban un fulmínante que al dispararlas producía un potente ruido.
Las Pistolas de agua fueron uno de los juguetes más populares de los años 60, todo niño tenía una de éstas. Con ellas montábamos verdaderas batallas terminando todos empapados de agua. Un signo característico eran los mordiscos en el tapón que se producían cuando lo sacábamos el tapón con la boca para volver a llenarlas.
Un juguete que quizá recordaremos con mucha nostalgia todos los que fuimos niños en la década de los años 60.
Las Hélices en otros lugares se llamaban Voladoras y los que tenían más imaginación Helicópteros, fue uno de los juguetes preferidos de los niños y algunas niñas de los 60. Jugar con este artículo era muy sencillo, sólo había que hacerlas volar y contra más tiempo permanecía en el aire mucho mejor, para ello se cogía el palito de la hélice con las palmas de las dos manos y se friccionaba varias veces hasta que se soltaba con energía, ésta salía disparada dando vueltas sobre el aire.
Los Dardos de plástico durante varios años fueron uno de los juguetes de 1 peseta preferidos por todos los niños. Las dianas para jugar con estos dardos podían ser cualquier cosa: una caja de cartón, un árbol, un corcho... y de vez en cuando nos llevábamos algún pinchazo que otro. Eran de plástico excepto la punta que era un pequeño clavo y los había de distintos colores.
Las Pelotas de goma se hicieron muy populares entre la chiquillería, eran ideales para decenas de juegos: frontón, botarla más alto, para juegos de bolos, tocado (consistía en tirarle la pelota a otro jugador y si le dabas éste era penalizado) y otros muchos juegos más. La pelota era de goma hueca, con unos pequeños punto que sobresalían de su superficie y costaba 1 peseta.