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Alto Estado Mayor

Una vez que juré bandera en el campamento de San Pedro me tuve que incorporar al Alto Estado Mayor el (30 de Septiembre de 1971) gracias a que mi familiar Faustino Rubalcaba Troncoso (contralmirante de la armada y secretario general del alto estado mayor) me reclamó para poder pasar lo que me quedaba de mili en el centro de cálculo.

Cuando llegué me tuve que poner el traje de instrucción con la chapita identificativa para poder moverme sin restricciones por los diferentes departamentos algunos de ellos de alta seguridad. Los militares me veían como un bicho raro debido a que iba con el pelo al cero. Respecto a esto, por supuesto tuve que ir a explicarle al contralmirante el porqué llevaba el pelo tan cortado y que fue debido a la alegría de los que estábamos en la formación la noche anterior a la jura de bandera y que el alférez de complemento no supo entender.
Mis destinos en el Alto Estado Mayor

Diariamente llegaba desde mi casa a las 7:00 am al que podríamos llamar mi cuartel el Alto Estado Mayor. Desayunaba en el bar que tenia este cuartel en la entrada a la izquierda y luego me encaminaba al centro de cálculo para ponerme a las órdenes de un teniente chusquero llamado Sagasti al cual por edad le debía quedar como un par de milis solamente.
 
Me hizo su ayudante en las labores de mantenimiento de las instalaciones correspondientes a dicho centro de cálculo, incluso llegué a meterme dentro de las torretas del aire acondicionado para limpiar por dentro los filtros. Realizaba inspecciones minuciosas y limpieza profunda de los sistemas de aire acondicionado para asegurarme de que estén funcionando correctamente.

Como no me gustaba nada de lo que estaba haciendo, moví los hilos que tenía y me trasladaron al laboratorio de idiomas y allí mi principal cometido era llevar la agenda de los mandos que iban a venir a estudiar y que idioma querían. O el inglés, francés, alemán, ruso, japonés, etc...

Les preparaba los magnetófonos, los libros de lecciones y las cintas magnéticas en el nicho correspondiente y lo único que tenía que hacer era esperar que terminase su autoestudio o si tenía algún problema solucionarlo. Yo para no aburrirme y pasar el rato que tenía de espera también me dedicaba a aprender algún que otro idioma.

El laboratorio de idiomas brindaba la oportunidad a los militares de practicar el idioma de una manera más interactiva, permitiendo al profesor monitorear en tiempo real esa práctica. Los antiguos laboratorios de idiomas funcionaban con un carrete de audio y el profesor solo podía desviar el audio entre las distintas estaciones de trabajo de sus alumnos.
     
Aparte de los soldados enchufados como yo (muchos ni aparecían por allí) repartíamos los servicios con una compañía de Guardias Civiles que eran los que se encargaban de velar por la seguridad general ya que nosotros solo hacíamos las (guardias como mayordomos) para atender al mando que pernoctaba en el A.E.M.

Como he dicho antes, era la Guardia Civil la única que daba el callo en el Alto Estado Mayor aunque tampoco había demasiadas cosas que hacer y los soldados perdíamos el tiempo miserablemente día tras día. Todavía pienso en los que no tenían un destino fijo con nada que hacer mientras no les tocara algún servicio, en lo torturante y aburrido que podía ser el tiempo estando manga por hombro en las tardes interminables en la cantina para los que no eran de Madrid aficionándose a la bebida y al juego.
Trabajando en Siemens
 
Yo fui un privilegiado porque todos los días salía del A.E.M aproximadamente a las (14:00 pm) y me iba a trabajar por las tardes a Siemens ya que tuve la suerte que me concedieran poder seguir con mi trabajo durante el tiempo que duró mi período militar, así pude cobrar el sueldo durante mi prestación del (servicio militar obligatorio).
 
un privilegiado!
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