Cines y Películas - WEB 2023

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El Cine en mi infancia

Siendo pequeño, algún sábado al acabar el colegio no me quedaba a cambiar cromos o a jugar un rato al fútbol con los compañeros. Lo que hacía era ir corriendo a casa, dejaba la cartera, cogía la merienda que normalmente era un trozo de pan con una onza de chocolate o con aceite y azúcar y salía escopetado al cine del barrio, o sea, el Montecarlo, el América, el Olimpia o cualquiera de mi barrio para ver qué ponían esa semana.

Al principio, lo que quería es que al menos pusieran una de John Wayne, de Kirk Douglas o de Burt Lancaster que eran entonces mis actores favoritos. Pero a medida que me iba acercando, me conformaba con que por lo menos una fuera de vaqueros, de romanos o de aventuras que eran las que más nos gustaban a mis amigos y a mí. Ya la 2ª película no nos importaba tanto, porque eran cines de sesión doble, aunque lo mejor es que fuera una comedia que también nos encantaba sobre todo si era de Cantinflas que nos hacía reír mucho y al que más de uno había aprendido a imitar con bastante gracejo.

Pero cuando ya estaba cerca del cine, lo único que deseaba es que fueran toleradas para menores porque si eran para mayores había que pensar en ir a otro cine para pasar la tarde del sábado ya que a todos los amigos nos gustaba ir a ver películas.

Bueno, también es verdad que si no podíamos ir al cine Montecarlo el mismo sábado por la mañana podíamos enterarnos de qué ponían en alguno de los otros cines del barrio aunque me pillaban un poco más lejos. Desde luego, lo que no me faltaban eran cines a los que ir porque si mal no recuerdo estaban también el cine Lavapiés, el cine San Cayetano, el cine Odeón, el cine Pavón,… aunque había más que están en el cajón de la memoria.

No siempre había suerte con lo de las películas, pero qué emocionante era cuando por ejemplo, llegabas un día al cine y allí, en la fachada colgaban los carteles de 2 películas como Fort Apache (John Wayne, Henry Fonda y Shirley Temple) y 20.000 leguas de viajes submarino (con Kirk Douglas y James Mason).
Cines de Barrio

El cine al que solíamos ir los amigos del barrio eran eso, cines de barrio, cines que costaban de 2 a 4 pesetas y que eran de sesión doble y continua, por lo tanto, tu entrabas y a menudo como he comentado antes te encontrabas con una de las 2 películas empezada y tenías que esperar después de tragarte la otra entera aunque no te gustase a que la volvieran a proyectar para verla completa.

Sigamos con los cines del barrio. Eran cines modestos, los asientos eran de madera en la mayoría de los casos y el suelo de tarima. Una costumbre muy extendida era llevar pipas al cine para comerlas durante la proyección y poníamos el suelo perdido con las cáscaras, cosa que originaba bastante ruido al pisarlas cada vez que entraba o salía alguien ya que era constante el trasiego de entrada y salida de gente al ser cines de sesión continúa. Lo que en muchas ocasiones te molestaba no sólo era el ruido de las cáscaras de pipas sino también la molestia de las personas que pasaban por delante de tu butaca. Sí, han leído bien, pipas y sin pelar!

Pero hay algo que me gustaría resaltar y es la emoción que se vivía en esos momentos de clímax que llegaban antes del desenlace como la llegada del séptimo de caballería, el rescate de la chica secuestrada por el malvado caballero medieval o el beso de un amor en la Dolce vita que más que verse se intuía, provocaba aplausos, pataleos, gritos, gente de pie en puro éxtasis, se había cumplido el sueño de todos, el triunfo de los buenos.

Los siguientes cines que os paso a relatar estaban en mi barrio y eran los más concurridos por todos los amigos, por ejemplo el cine Elcano en la calle Sebastián el Cano era el más barato de todos a 1,50 ptas la entrada. En la Plaza de Lavapies estaba el cine Olimpia también conocido como palacio las pipas. El cine Lavapies era algo mas moderno donde ponían pelis más nuevas. El cine Montecarlo en la calle Embajadores casi en Legazpi, este cine era bastante nuevo y el entresuelo costaba más caro que el patio de butacas ya que la pantalla se encontraba mas elevada y se veía mejor desde el entresuelo. Más tarde se inauguró el cine Infante (ya desaparecido) en el Paseo de Sta Mª de la Cabeza, este ya era de pelis de reestreno. El cine América y el cine San Rafael (antes cine Pizarro y después teatro cómico). El cine Delicias en la calle Tortosa.....

En los de sesión numerada se proyectaban 2 películas y cada sesión tenía entradas diferentes. En el descanso entre película y película al momento aparecía el pastillero con el cajón colgado del cuello. Alguna que otra vez nos comprábamos un bombón helado nata y cobertura de chocolate. Solía ser un chico (pastillero) portando de una correa al cuello un cajoncillo vendiendo las hoy llamadas chuches, entonces eran los chicles, caramelos Saci, las pipas, el regaliz, el palolú, las pastillas de leche de burra, chocolatinas Nestlé, etc ...

Pero si apenas teníamos para el cine poco más había para otras celebraciones.
Cines del barrio de la Arganzuela

Acompañarme en un recorrido desde Atocha hasta Legazpi en busca de los cines del barrio de la Arganzuela (el barrio en que yo vivía).

Por la acera de la izquierda (la línea de cines se encontraba en esta acera) al lado del Hotel Nacional en la glorieta de Atocha estaba el cine San Carlos que con los años se convirtió en sala de juventud y luego cambió a la de salones de celebración de bodas, bautizos, etc...

El cine San Carlos estaba situado en la esquina entre la calle Atocha y la calle del Cenicero y se construyó en 1929, posteriormente y tras una serie de reformas se convirtió en discoteca, primero con el nombre de Titanic y más actualmente con el de Kapital. El edificio de estilo Art Dèco era un bloque que incluía una zona de viviendas en la fachada que daba con Atocha y la sala de cine dispuesta de modo paralelo a la de la calle Cenicero, también contaba con una terraza y una sala de fiestas en el sótano. Más tarde ya en mi adolescencia avanzada el cine también fue un refugio donde en las últimas filas empezábamos a aproximarnos al amor y al escarceo.

Bajando por el Paseo de las Delicias, la primera calle a la izquierda Tortosa albergaba el cine Delicias algo punterillo en la época, se habla de que por la calle Murcia primera perpendicular a la derecha existió el cine Atocha pero yo no lo recuerdo.

Seguidamente venía el cine Pizarro que en 1945 se inauguró y que posteriormente pasó a llamarse cine San Rafael hasta que finalmente desapareció. Este cine era de sesión continua doble es decir, se proyectaban 2 películas seguidas con un NO-DO entre ellas y que una vez terminadas se volvían a proyectar así que se podía estar dentro del cine de 16:00 de la tarde a más de las 24:00 de la noche... con una sola entrada. Solo tenía patio de butacas al que se accedía por una puerta situada bajo de la pantalla y tenía salida por Batalla de Brunete hoy Rafael de Riego.

Su fachada tenía una sola altura y el solar tenía su máxima extensión en profundidad. Este cine tenía fama de no dejar entrar a nadie sospechoso de tener menos de 16 años. La sala de butacas tenía un pasillo central con filas de 8 a 10 asientos a cada lado, las butacas eran de madera y no eran demasiado cómodas, olía a cine, o sea a ozonopino que echaban antes de comenzar la sesión con un ambientador de bombeo mecánico y como casi todos los cines de sesión continua tenía las últimas filas ocupadas por parejas que no encontraban mejor sitio para tener algo de intimidad.

Seguimos bajando y antes de llegar a la calle Áncora estaba el cine Lusarreta que creo que era de un directivo del Real Madrid (el choto) y que con los años se convirtió en el teatro cómico y después se cerró.

Luego ya pasando el colegio de las Delicias estaba el cine América, este era a veces cine y a veces ofrecía espectáculos de copla española. Este cine estaba situado en el número 85 del Paseo de las Delicias esquina a Juan de Vera entre la glorieta de la Beata y la barriada de la Renfe. El 83 daba a un lateral de este cine donde había un callejón que conducía a unas naves dónde se situaban las puertas de emergencia, que en verano las dejaban abiertas por el calor. Los niños del barrio aprovechábamos este momento para despistar al acomodador y colarnos en el patio de butacas o ver la película desde fuera.

Era un cine majestuoso con una entrada mediante escalones que daba a un vestíbulo para las butacas y con una subida al entresuelo por escalera a mano derecha. Era un cine de sesión continua doble que no llegaba a la categoría de reestreno pero ponían películas muy interesantes buscando siempre que fueran aptas para todos los públicos. Durante el verano se hacían intermedios musicales en directo con cantantes y cómicos populares que estaban al final de su carrera y de las actuaciones de cantantes en directo. Fueron muy sonadas las de Tomás de Antequera y Pepe Mairena.

La entrada costaba 25 pesetas por el programa doble allá por el año 76. Debajo del cine América en el Paseo de las Delicias estaba la discoteca Papillon y más al fondo del Paseo Delicias pasando los billares América, la Glorieta Beata Mariana de Jesús.

Uno de los cines más baratos era el cine Elcano. Inaugurado en mayo de 1933. Cesa definitivamente en el 72, aunque llevaba un tiempo sin actividad. Tenia un aforo de 968 butacas. Se construyó cuando la calle desembocó en Embajadores, la calle era una fila continua de casas hasta la farmacia militar. Las 3 puertas (salidas de emergencia) de la calle Bernardino Obregón, se abrían en verano y se impedía que te colaras con una celosía de madera, aunque los chavales metían palitos para correr las cortinas interiores y poder ver las pelis.

Algún tiempo más adelante en un rincón de la glorieta de Luca de Tena inauguraron el cine Candilejas ya de mayor nivel. Hay que tener cierta edad para recordar que en esa tranquila esquina de la plaza de Luca de Tena hubo un cine de barrio de sesión doble cuyo nombre es una reverencia al oficio de actuar. El cine Candilejas todo un lujo para el barrio se inauguró en 1958, era un cine de los llamados de reestreno donde los vecinos podían ver las películas más recientes sin tener que acudir a las salas de cine del centro de Madrid.

Cuando se proyectó la película El Hombre de las llaves de oro el público que asistió abarrotó el patio de butacas de madera y terciopelo rojo con 1.747 localidades. La prensa, en la apertura insistió en las maravillas de la sala que por sus características de confort y elegancia compitió con las mejores salas del centro de Madrid por su pantalla gigante panorámica, cinemascope y vistavisión. Tras su cierre y posterior sede de una secta, la sala fue alquilada para una guardería.

En su interior todavía se conserva la tapicería de terciopelo rojo de las butacas así como la antigua maquinaria cinematográfica oxidada. Las pinturas originales de las paredes se conservan sin filtraciones de agua al igual que la pared de proyección. También se conserva una escalera de lo que parece ser mármol que deriva en 2 laterales del anfiteatro. Subiendo por dicha escalera atravesamos un oscuro pasillo solo iluminado por las habitaciones contiguas por las que entra un pequeño hilo de luz quedando al final del mismo el acceso a la platea.

Las puertas de acceso se siguen conservando como originalmente estaban en color blanco con una cenefa imitando hojas en color dorado. Contaba con una entrada esquinada en la plaza de Luca de Tena que daba directamente a una de las 3 puertas  de acceso dobles a la planta principal. Originalmente el suelo estaba enmoquetado de color gris y solo tenían acceso por los laterales a las butacas. Al no existir un foso por no ser teatro, contaba con una pequeña plataforma debajo de la cual existía un compartimento-trastero.

El acceso a la sala de proyección se realizaba a través de una escalera de semicaracol que recorría 3 alturas con respecto al gallinero o anfiteatro, dicha escalera se encontraba justo enfrente de una de las 2 puertas de acceso de la platea.

Y por último, al inicio y a la derecha del paseo de Santa María de la Cabeza estaba el cine Infante que ya fue de reestreno.

Que tardes de cine!!!

Entrabas a las 16:30 y salías a las 21:OO, eso sí con dolor de culo, por los asientos que solían estar medio rotos.

Habían escenas de aquel Madrid de los años 60, 70 y 80 que estaba poblado por la figura del macarra de barrio, ese buscavidas que vivía al día, siempre en los límites de la marginalidad y que hoy se encuentra en vías de extinción. (Dum Dum, Juanma el Terrible o el Francés son algunos de esos macarras memorables que poblaban la ciudad, dignos de tener su propia serie de Netflix), y esto sale a colacción porque:
 
  • Salias del cine e ibas a los billares América. Había que ir con navajas para defenderse de la banda de los ojos negros o la banda de Juanma el terrible.
  • En los bajos de Aurrerá, los rockers y mods se tiraban botellas y se azotaban con cinturones con hebilla de águila imitando las míticas peleas de la ciudad de Brighton, reflejadas en la película Quadrophenia.
  • En la sala Rock-Ola, los primeros punkies y skins bailaban y se drogaban juntos al ritmo de la música, lejos de la enemistad que reinaría después entre sus tribus.
  • En el poblado de las barranquillas, los yonkies hacían cola en la chabola de Los Gxoxrxdxoxs para pillar sus papelinas, ante la atenta mirada de un mono con un collar de perro, que vigilaba todos y cada uno de sus movimientos.

Monumental-San Carlos-Lavapies
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Montecarlo-Lusarreta-Pizarro-Elcano
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América-Candilejas
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Doré-Legazpi-Olimpia
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Clasificación de cines en España

En mis tiempos jóvenes conocí 3 tipos de cines: los de estreno, los de reestreno y los de sesión continua.

Los cines de estreno solían estar en la Gran Vía Madrileña (en el tramo entre la Red de San Luis y la Plaza de España) y cada película permanecía unos 6 meses en cartel.

Los cines con películas de reestreno proyectaban una única película (ya estrenada en otros cines) como su propio nombre indica, aunque no solían ser demasiado antiguas, con un descanso en medio de ella que aprovechábamos para ir a los aseos o baño o bien a la cafetería del cine.

Las salas de cine de sesión continua sin embargo eran las más concurridas por el público y había un gran número en cada barrio. El precio de la entrada estaba entre los 0,60 céntimos y las 2 pesetas y se podían ver 2 películas las veces que se quisiera (en ocasiones si llegabas al cine cuando la película estaba ya empezada te quedabas a verla de nuevo desde el principio).

Empezaba a las 16:00 y con una única entrada se podían ver 2 películas que se alternaban durante toda la tarde/noche. Una vez comenzada la sesión podías acceder a la sala en cualquier momento siempre y cuando hubiera butacas libres.

Cines en la Gran Vía Madrileña
Gran Vía-Imperial-Lope de Vega
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Capitol-Cinema-Coliseum
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Avenida-Callao
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Albeniz-Actualidades
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Pompeya-Rex-Rialto
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Palacio la Música-Palacio la Prensa
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Cines de verano

Una de mis diversiones favoritas era el ir al cine que ponían en verano justo frente al Hospital Militar. Era un edificio viejo y destartalado que tenía un patio enorme y que se llenaba en verano de sillas de madera y cáscaras de pipas, eso si querías hacer gasto porque las más de las veces la realidad es que la cena la traíamos desde casa. Bocatas de filetes empanados (uummm, qué ricoss), de tortilla de patatas, pimientos fritos..., cualquier cosa que se pudiera meter en el pan nos valía.

Recuerdo que las películas de los cines de verano venían en cintas muy pasadas debido al uso y su antigüedad. Requetepasadas año tras año por lo que casi siempre y en lo mejor de la proyección se producía un corte en la película con la consiguiente escandalera general mientras la pegaban. Recuerdo como silbábamos al proyectista, algunos con 2 dedos en la boca porque sonaba más alto.

Por supuesto, también había silbidos si la película terminaba con beso en la barbilla porque a los españoles ni barbilla siquiera nos permitía el generalísimo. Directamente se acababa la película y todos para casa, andando y con la fresca no sin haber silbado unas cuantas veces más.
El noticiario documental

Nace un noticiario el 29 de septiembre 1942. La vicepresidenta de educación popular acuerda crear el NO-DO o sea, NOticiario DOcumental. Su proyección es declarada obligatoria previamente a cualquier película. El 1er NO-DO se proyecta el 4 de enero de 1943 con documentales monográficos llamados Imágenes acompañando al noticiario fundamental.

En 1968 el NO-DO contaba con una sección en color dedicada a cuestiones artísticas o relacionadas con el turismo. El 1 de Enero de 1976 deja de ser una exhibición obligatoria a ser un documental libre. En 1977 se transforma en revista cinematográfica en color hasta desaparecer en 1981.

Todas las sesiones de cine comenzaban siempre con la proyección del NO-DO que era como el telediario de la época y que duraba unos 10 minutos. El lema del NO-DO era:

El mundo entero al alcance de todos los españoles

El NO-DO apareció oficialmente con una disposición que anunciaba que no se podía editar en España ni en sus posesiones o colonias ningún noticiero cinematográfico ni documental de este tipo que no fuera el NO-DO utilizándose como propaganda de la dictadura en blanco y negro. El NO-DO cuya exhibición fue obligatoria en todos los cines de España durante casi 40 años sirvió al régimen para difundir sus valores y exaltar la figura del dictador.

El documental siempre iba acompañado de las imágenes del NO-DO con entrevistas a historiadores, periodistas y antiguos trabajadores del noticiario que contribuyeron a comprender el significado de aquellos años manipulados informativamente. Desde 1943 a 1975 fueron exhibidos 4.016 programas del NO-DO en los cines de toda España y en 1975 dejó de ser obligatorio su pase previo a cualquier película.

La sintonía del NO-DO la compuso Manuel Parada compositor de bandas sonoras como los últimos de Filipinas o el Escándalo. La archiconocida Sintonía del NO-DO se mantendrá en todos sus años de vida.
Censura en el cine

La censura española clasificaba las películas en varios grados:

  • (1º) Tolerada total.
  • (2º)  Tolerada con reparos.
  • (3er) Mayores - sólo podían asistir los que tenían 16 años o más.
  • (3R)  Mayores con reparos - los católicos y patriotas debían saber que había algo que no convenía, beso en los labios o crítica velada a la iglesia o al fascismo.
  • (4º) No aconsejables bajo ningún aspecto, te podías encontrar con algún acto amoroso como un achuchón o un revolcón, vestidos naturalmente.

De este 4º grado recuerdo 2 películas: Esplendor en la hierba y Fresas salvajes dónde los chavales nos preguntábamos qué habría en esas películas, debían ser la leche de la indecencia.

desde luego, no se podía pedir más!

Me quedaba ensimismado durante un buen rato observando cada detalle de los carteles de los cines. Por supuesto, tampoco me perdía las fotos de los fotogramas de las películas que se exhibían en las vitrinas que había en los laterales del cine y que me servían para ponerme en antecedentes de lo que el sábado iría a ver. Eso sí, esta costumbre de curiosear las fotos de las películas en cuestión a veces te generaban un estado crítico de desilusión especialmente cuando había cosas que habías visto en ellas y que luego no aparecían durante la proyección, algo que no entendías por qué extraña razón sucedía y que además, daba lugar a acaloradas discusiones entre los amigos sobre Si Sí o Si No alguno las había visto.

Debo reconocer por lo demás, que aquel proceso de reconocimiento visual de los sábados no solo lo realizaba con las películas toleradas sino también con las que eran para mayores. Y no porque me interesaran demasiado o eso pensaba entonces, sino por el simple morbo de descubrir si en las fotos había algo que explicase por qué no podíamos entrar a verlas los más pequeños.

Por supuesto, en lo primero que me fijaba siempre era en si el escote que lucía el vestido de la protagonista era demasiado provocativo, si había algún acalorado beso de por medio con el guapo protagonista o si había alguna escena en la playa o en la piscina en la que la chica aparecía en bañador lo que siempre alegraba un poco más la tarde.

Todo eran meras suposiciones y sobre todo, mucha imaginación desbordada porque en realidad nunca había una sola foto subidita de tono como bien dejaban claro las reglas morales de la época. Así que lo mejor era evadirse de todo y no dejar de pensar el resto de la semana en qué heroicidad haría John Wayne enfrentándose a un grupo de malvados secuaces o de sanguinarios indios sioux o que apasionantes sorpresas le aguardarían en tierras lejanas o en los fondos marinos al siempre valiente y osado Kirk Douglas.
Cine de la disidencia

Mientras tanto España sigue marcada por el cine de la disidencia surgido en los 50, representado por Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem que continúan con su ardua labor de burlar a la censura con sus películas Plácido o el Verdugo. Sin embargo la censura será en esta década uno de los temas más controvertidos.

El Verdugo (1963) de Luis García Berlanga que la rodó en blanco y negro y está considerada uno de los clásicos de nuestro cine. Es en parte un Alegato contra la pena de muerte y en parte una recreación irónica de las contradicciones de la España franquista, realizada en plena era del Régimen.

O por ejemplo Plácido (1961) se trata de una de las mejores películas de Luis García Berlanga, y con mayor repercusión internacional en su momento, llegando a estar nominada al Óscar a la mejor película de habla no inglesa.

El filme surge a partir de una campaña ideada por el régimen franquista (siente un pobre a su mesa), que tenía como objetivo hacer crecer en el pueblo un sentimiento de caridad cristiana hacia los menos afortunados, según Berlanga una manera de limpiar las conciencias burguesas.

Pongamos otro ejemplo más con Viridiana (1961) de Luis Buñuel que es un ejemplo claro de censura, no fue hasta 1977 cuando se pudo ver la película en España, tachada de crítica a la caridad por la caridad misma, además de una sátira del idealismo cristiano.
Carteles de las Películas

Los cines de estreno eran los más lujosos de Madrid y estaban en la Gran Vía de Madrid donde solían estrenarse las películas. Era el caso del Palacio de la Música, el Palacio de la Prensa, el Callao, el Capitol, el Avenida, el Lope de Vega, el Coliseum, el Rex, el Rialto, etc...

Inmensos carteles pintados a mano lucían en sus fachadas anunciando los estrenos del momento. En el estreno en 1961 de Los Cañones de Navarone figuraban hasta unos cañones que echaban humo.
Acomodadores de cine

Había 2 cosas omnipresentes en los cines con independencia del lujo y de la calidad de las instalaciones: eran los acomodadores y el ozonopino que seguramente los lectores más jóvenes no sabrán qué era.

Pues el ozonopino era agua perfumada con un aroma que recordaba vagamente al olor del bosque (parecido al de los ambientadores de los coches). Los acomodadores lo esparcían por la sala entre proyección y proyección ayudándose de un pulverizador y como te cayeran algunas gotas en la ropa ya tenías el dichoso olor para largo.

Para quien le pueda chocar esta costumbre del ozonopino recordaros que por aquellos tiempos no se disponía de tanta facilidad como hoy en día para acceder al agua corriente y muchas viviendas carecían incluso de cuarto de baño por lo que era muy poca la gente que se duchaba a diario y para muchos bastaba el baño semanal. No resulta difícil imaginar por tanto cómo podrían oler esas salas de cine en pleno verano.

Pero bueno, los acomodadores además de rociarnos con el ozonopino tenían otras misiones como la de acompañarnos hasta nuestra localidad ayudados de su linterna para acomodarnos en nuestros asientos, cerrar las cortinas de acceso a la sala al inicio de la proyección y descorrerlas a su fin o en los descansos. También se preocupaban de echar de la sala a los revoltosos que armaban jaleo. Era casi una norma obligada dar propina a los acomodadores.


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