Material escolar - WEB 2023

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Material escolar

Hay cosas que todavía me traen recuerdos del colegio, por ejemplo el olor a pino me recuerda a mi plumier de madera de 1 o 2 pisos aunque rara vez lo llevábamos lleno. No teníamos estuches de cremallera como ahora, todo estaba hecho a mano y cuidábamos las cosas como si fueran oro porque no había dinero para más.

Los pupitres también eran de madera y escribíamos con pluma (había que cargarla de tinta) ay de aquel que manchase el tablero o el cuaderno, limpieza ante todo. Por si manchabas, teníamos el papel secante, era un papel que absorbía la tinta recién escrita y evitaba los borrones y las manchas.

Aún recuerdo con horror el momento tiralíneas, ponías la regla y al quitarla (toma manchón).

La mochila no existía, todos llevábamos una cartera de piel a la escuela y nadie se quejaba de la espalda porque sólo teníamos un libro, la enciclopedia Álvarez.

En esa época, los niños y niñas no podían compartir las aulas escolares, por esta razón mi colegio evidentemente era un colegio de niños exclusivamente. Las niñas acudían a las clases que se impartían en el liceo Femenino en la plaza José de Villareal que estaba junto a la iglesia de la Beata Mariana de Jesús muy cerca de nuestro colegio.

Todos recordamos nuestros años escolares como:

    • La entrada y salida de clase.
    • El encuentro con los compañeros.
    • Las aventuras y travesuras que vivíamos a diario.
    • El temor a que nos sacara el maestro a la pizarra.
    • Los dichosos deberes.
    • Los castigos y reprimendas en clase.
    • La hora de las notas, etc ...

Tantas y tantas cosas que calaron tan hondo que no se me olvidarán nunca. Como no, también recordamos nuestra escuela, el día a día, todos aquellas vivencias que como alumnos experimentamos.

Éste es el recuerdo que más grabado se me quedó del primer día de párvulos en el colegio, la maestra a la que llamábamos señorita Modesta nos mandó sentar a todos en los pupitres, garabateó en la pizarra las 5 vocales (luego supimos que eran las vocales, claro, en aquel momento no eran más que extraños e inquietantes signos) y señalándolas una a una, nos hizo repetir: a, e, i, o, u, bien, pues así fue el primer día del curso de parvularios y lo creáis o no, con 3 añitos y medio que tenía entonces aún tengo una imagen muy clara de aquel día en la memoria.

Recuerdo en mis clases de parvularios haber aprendido a leer con fluidez con 4 años, la seño cada mañana pasaba lista y debías levantarte al oír tu nombre y responder con un presente!. Posteriormente y tras haber rezado, se procedía cada día que un niño diferente tenía que leer una especie de papel impreso plastificado con el que todos repasábamos con una cantinela al unísono lo que allí se hallaba escrito ...
  
La capital de España es Madrid.
Los puntos cardinales son 4: norte, sur, este y oeste...
 
Yo diría que la época del colegio que con más cariño recordamos casi todos es la que va desde parvulitos hasta ode bachiller. Los días de escuela transcurren despreocupadamente y te lo pasas pipa jugando en el patio con tus compañeros. Es más tarde cuando comenzamos a tener consciencia de lo que se espera de nosotros y a pasar nervios y tensiones por culpa de los exámenes y los deberes.
Material escolar

Como habréis visto quienes superáis los 50 años sabéis muy bien de lo que hablo, sin duda recordáis nuestro aprendizaje de párvulos con la pizarra y el pizarrín y a las niñas llevando el cabás. El escueto material escolar guardado en estuches y plumieres de madera. Aquellos primeros plumieres de madera tan bonitos que fueron luego reemplazados por los estuches de cremallera de varios compartimentos donde ya cabían cómodamente nuestros rotuladores Carioca, una pequeña regla, el transportador, etc...

Que entrañables eran las cajas de lápices de colores (Castilla) que la mayoría de niños utilizábamos para pintar nuestros dibujos escolares junto a los colores (de Alpino). Pero la marca Castilla fue una de las más populares de los años 60 y 70. Las había de distintos tamaños y con 12 colores aunque había otras cajas con más lápices y más largos.

Aquellas clases de caligrafía en las que los borrones producidos por el plumín se intentaban remediar casi siempre sin fortuna con los papeles secantes (de Pelikan).

Las clases de geografía se explicaban sobre mapas multicolores de hule que estos también se utilizaban como fondo de las fotografías que nos hacían en los colegios o bien individualmente o con los hermanos y que muchas de las cuales se coloreaban después manualmente.

El aprendizaje memorístico del catecismo, los cuadernos a rayas sobre los que se desgastaban las gomas de borrar Pelikan, los límites geográficos y los ríos de España junto a la tabla de multiplicar aprendidos por la repetición de cantinelas corales a modo de mantras.

Pues bien, a clase siempre solíamos llevar nuestras gomas de borrar Milán Nata, más nuestros lapiceros, los afilalápices y los entrañables bolígrafos Bic de 4 colores, esos de la cancioncilla (Bic naranja, Bic cristal, 2 escrituras a elegir, Bic, Bic... Bic, Bic, Bic). El boli Bic de 10 colores superó al increíble bolígrafo de 4 colores. Sus colores rojo, azul marino, verde, naranja, marrón, azul celeste, rosa, violeta, negro y verde oscuro fueron las delicias de los niños de la época.

Tener un bolígrafo de estas características levantaba las envidias de los compañeros de clase. Que bonitos aquellos trabajos o dibujos en los cuadernos llenos de colores o esos títulos de redacciones a 3 o 4 tintas. El bolígrafo de 10 colores acabó con la estética aburrida y simplona de las redacciones, dictados y otros trabajos escolares, fue sin duda un elemento muy popular en los años 70.

Los libros los forrábamos con papel hasta que inventaron los forros de plástico que llevaban incorporadas unas solapas donde se introducían las tapas del libro fijándolas posteriormente con cinta adhesiva.

Por supuesto también utilizábamos aquellas plumas estilográficas Parker, antes de tener los modelos que utilizaban cartuchos recambiables usábamos unas cuya punta había que introducirla en el tintero y había que bombear la tinta apretando el depósito de goma hasta que éste se llenaba. Estas plumas solían soltar la tinta a la mínima de cambio y no eran pocos los bolsillos que tenían la típica mancha azul de la tinta...

Todo este material lo llevábamos junto con los libros en carteras de cuero que llevábamos simplemente como quien lleva una maleta y a fuerza de llevar todo aquel peso, se te acababan haciendo unos buenos callos en los dedos. Todos los días llevábamos todos los libros y libretas al colegio porque las clases se impartían dependiendo de lo que quería el profesor en esos momentos.

Aprendíamos las tablas de multiplicar cantando todos a la vez (uno por uno es uno, uno por dos es dos ...) y parecía ser un buen método porque las memorizamos de carrerilla y para toda la vida (¿a que no se os ha olvidado todavía?), de todas formas siempre llevábamos aquellas hojitas de las contraportadas con las tablas de sumar, restar, multiplicar y dividir encima por si las moscas.

Los juegos en el patio durante el recreo del colegio que eran muchos y muy diversos como el a pillar, el escondite, el pañuelo, las canicas, la comba, etc... Pero bien, creo que los juegos de la época los pondré en otra página más específica.

Uno de los más divertidos que recuerdo era el churro, mediamanga, mangotera, aunque años más tarde lo prohibieron en la mayoría de colegios. Quién no tiene uno de nuestros primeros recuerdos del patio del colegio en un corro enorme de niños y niñas cantando aquello de (el corro de la patata...), o a las niñas que solían saltar a la cuerda o comba cantando (el cocherito leré...).

Todos estos recuerdos al estar íntimamente unidos a la niñez suelen ser recordados con añoranza y melancolía es por eso que siempre permanecerán ligados a recuerdos inevitablemente nostálgicos.
Bártulos del colegio

De esta época aún recuerdo el olor de los libros nuevos a principio de curso, aunque los libros solían ser reciclables ya que pasaban de los hermanos mayores a los pequeños hasta los 8 años.

Las carteras de cuero nos servían para varios años salvo que se rompieran por el uso o ya no entrasen los libros y los cuadernos. La mayoría llevábamos a la escuela una cartera de cuero con el consiguiente material.
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