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La Iglesia Española

En mis tiempos ya vividos, la iglesia estaba todavía lejos de dar el giro aperturista que supuso el Concilio Vaticano II. Entonces, los sacerdotes decían la misa en latín y de cara al altar dando la espalda a los feligreses. Las mujeres llevaban sobre su cabeza velo o mantilla dentro de las iglesias y los hombres que solían usar sombrero en la calle se lo quitaban al entrar en el templo como señal de respeto.

Los sacerdotes predicaban sus homilías desde los púlpitos que todavía no contaban como hoy con micrófono lo que les obligaba a alzar bastante la voz para hablar del infierno y del pecado mortal que casi siempre giraba en torno a los actos y pensamientos impuros que tanto sufrimiento y aprensión infundía en algunos.

Aunque también en nuestras casas los papás podían advertir a los pequeños enrabietados que tenían que portarse bien si no querían ir a parar a las calderas de Pedro Botero... os acordáis?

Pues un recuerdo de la iglesia de cuando yo era niño era el repique de las campanas lo que me resultaba muy familiar, comenzaban a tocar a diario a las 8:00 en punto de la mañana y se seguía tocando cada 10 minutos hasta las 8:30 horas. Por la tarde se tocaba para llamar a la gente al rezo del rosario o para la exposición del santísimo.

Si alguien moría en la zona se tocaba anunciando la muerte, y el día del entierro se tocaba desde que salía el cura con los portadores de la cruz, los ciriales y estandartes a buscar al difunto para traerlo a la iglesia a rezar el responso o hacer la misa de corpore insepulto. Los domingos y días de fiesta se tocaba la campana a repique.

La llamada misa de corpore insepulto (de cuerpo no sepultado, no in sepulto, como se dice a veces), que es la celebrada antes del entierro en presencia del ataúd con el cuerpo del fallecido. Después, la misa exequial celebrada poco después del entierro (el llamado funeral). Y, en tercer lugar, la misa de aniversario (al cumplirse 1 año del fallecimiento). Estas misas tienen textos propios, adecuados a la situación. Por lo demás, siempre pueden encargarse misas por el eterno descanso de un fallecido.

En lo que respecta a la oración, destaca la que se hace junto a los restos del fallecido, antes del entierro (el llamado velatorio). En cuanto sea posible (a veces, la necesidad legal de autopsia u otras disposiciones legales lo retrasan), es muy recomendable establecerlo, permitiendo así a todo el que quiera acercarse una oración por el difunto.

Los libros litúrgicos contienen varias oraciones para esta ocasión (los llamados responsos). El velatorio, que puede durar más o menos según las circunstancias y usos del lugar, es verdaderamente una costumbre universal.

Párroco de Barrio

Don Antonio Astilleros Bastante fue nombrado primer párroco de Nuestra Señora de las Delicias y designado vicario de la Vicaria VII que pasó a encargarse de las visitas del Papa a Madrid como responsable de la vicaria de actos públicos. Elegido Deán Presidente del Cabildo fue también presidente de la junta técnica para la terminación de la Catedral de La Almudena.

Os muestro el curricular de nuestro párroco Don Antonio: en 1954 el Obispo de Madrid-Alcalá Dr. Eijo y Garay le encarga la acción pastoral con los ferroviarios preferentemente obreros dando conferencias en los distintos centros de trabajo de Renfe así como tandas de ejercicios espirituales. De este pastoral con los ferroviarios y más concretamente en la barriada Delicias-Atocha surgió una comunidad cristiana, esta comunidad dio origen a la Parroquia de Ntra. Sra. de las Delicias erigida en 1965.

Volviendo a su misión con los ferroviarios no le fue fácil conseguir gratuitamente del estado a través de Renfe el solar donde había de establecerse el nuevo templo y complejo parroquial. Son muchos los que recuerdan la acción pastoral en plena calle con el entonces célebre Vía Crucis de los barrios antes citados superando algunos años la cifra de asistencia de 30.000 personas.

Con los postulados del domund, de ayuda a las misiones y con los ejercicios espirituales la parroquia se instaló provisionalmente en un local prefabricado mientras que nuestro párroco Don Antonio iniciaba el templo parroquial definitivo que se llamaría a iniciativa suya Nuestra Señora de las Delicias y que fue inaugurado el 19 de Marzo de 1970 por el entonces Arzobispo de Madrid D. Casimiro Morcillo.

En Octubre de 1996 se le elige y nombra Deán de la Santa Iglesia Catedral permaneciendo además como vicario episcopal.

Hubo un tiempo en que yo mismo ayudaba en las tareas litúrgicas como monaguillo. Lo primero que tuve que aprender fue a contestar al cura en latín ya que por aquél entonces la misa era en esa lengua. Me llevaba la chuleta de los ornamentos litúrgicos a mi casa y la iba estudiando hasta memorizar las respuestas de la misa, lo que más recuerdo es el dominus vobiscum y el ítem misa est.

También tuve que familiarizarme con los ropajes como casullas, albas, roquetes, capas pluviales, dalmáticas, estolas, cíngulos, amitos, corporales, copones, cálices, vinajeras, incensiario, naveta, custodia,... teníamos una guía para saber el color de la casulla del día y cuando dar los toques de la campanilla.

En los funerales o misas solemnes había mucha más actividad pues era mucha más la ropa litúrgica que había que preparar, encender y apagar velas, tocar la campana, etc...
Obligación de oír misa

El fiel está obligado a oír misa entera todos los domingos y fiestas de precepto, obligación que conlleva pecado grave si no se cumple. El catecismo de la iglesia católica recuerda que los fieles están obligados a participar en la eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio. Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave.

Existía en esos tiempos gloriosos un álbum de asistencia a la santa misa catequista que constaba de 10 páginas con los 65 sellos de asistencia correspondientes a los domingos y fiestas de guardar, con diferentes colores e ilustraciones alusivas a cada festividad. Aguantar los caballos....

que mal se me daba el Catecismo!
¿Quién es Dios?
Dios es nuestro padre que está en los cielos, creador y redentor...
de rodillas!, etc…

Cuando éramos niños teníamos una gran noción de lo que era pecado. Tras recibir una formación religiosa en la escuela y en la catequesis de la parroquia era muy frecuente ver a niños en el confesionario sobre todo tras hacer la primera comunión, el cura nos solía poner como penitencia rezar varios padre nuestro o ave maría según el tamaño del pecado.
Domund y Misiones

Como he dicho antes, los chavales de la barriada también nos dedicábamos a ayudar a las misiones y al domund, portando las huchas que con sus caras blancas, negras, amarillas, cobrizas y malayas (de brillante cerámica valenciana) alegorizaban todas las razas del mundo que había que salvar para cristo y su iglesia.

Nosotros ya estábamos salvados con nuestros catecismos y nuestras flores a maría los primeros viernes y los escapularios de tela parda del carmelo al cuello. Peeero, había que salvar a los chinitos de Mao, bautizar a los negritos del Congo que Leopoldo rey católico de Bélgica masacraba enviándolos al limbo por millones y allí estaba Sagarmina (director nacional de misiones) poniendo en formación por toda España su ejército bruñido de huchas del domund, sonantes de calderilla, portadas por niños y niñas que se disfrazaban de indios y japonesas en los locales del ropero parroquial de acción católica.

Todos los que vivimos en estos años recordaremos sin duda aquellas tardes de octubre en las que paseábamos nuestras huchas con forma de chinito o negrito sonrientes y pedíamos una limosnita para el domund. Hacíamos competiciones en la clase a ver quien conseguía más dinero, creo recordar que el que conseguía mas le regalaban la hucha, vacía por supuesto.

Recuerdo una vez un hombre al que pedí la limosnita y me dio 5 duros entonces una fortuna y me dijo 5 pesetas para el Domund y 20 pesetas para ti. Después de muchas dudas y con la mente puesta en el quiosco, el domund gano la batalla y las 20 Pesetas las metí en la hucha, mentalidad cristiana inculcada en los catecismos que nos chupábamos de niños.
Catecismo o la Catequesis

Lo primero que teníamos que hacer era que un par de meses antes de la ceremonia de la comunión había que asistir cada día con el colegio al catecismo que con el paso de los años pasó a llamarse catequesis. En los años 50, 60 y 70 en el catecismo el cura te enseñaba a rezar las oraciones más comunes y te daba sermones de cómo comportarse un buen católico, nos hacían aprender los mandamientos de la santa madre iglesia, los mandamientos de la ley de Dios, las bienaventuranzas y todas las oraciones habidas y por haber....

La catequesis estaba creada para poder recibir la primera comunión y nos daban un comprobante de asistencia o sello o vale o moneda en las clases de catecismo que eran obligatorias para hacer la primera comunión. Estos sellos que nos daban en las parroquias eran canjeables por juguetes en los años 60 y se entregaban como premio a la asistencia o haber realizado los trabajos que mandaban.

En la posguerra y hasta los años 70 había que juntar 10 vales para demostrar que estábamos bien aleccionados y si no el cura no nos daba la primera comunión. Al final de curso los niños que más vales habían juntado durante el año eran los primeros en recoger el regalo.
Confirmación y Comunión

Empecemos por mi confirmación y mi comunión conjuntamente con mi hermana Tere. Conservo aún el recuerdo de la iglesia de la Beata María Ana de jesús que era la iglesia a la que nos llevaba el colegio Castilla para estudiar el catecismo y tomar parte en los coros que hacíamos los niños de la zona.

La confirmación es un sacramento por el cual el bautizado es colmado del espíritu santo por la imposición de manos, la unción y la oración para que se consolide interiormente en su vida sobrenatural y confiese exteriormente con valentía la fe en Jesucristo, ea, ea, ea.
La Primera Comunión

Tenias que ir a la iglesia a confesarte la tarde anterior a la comunión y claro tenías que tener mucho cuidado de no cometer ningún pecado antes de comulgar. Algunas madres no dejaban a los niños salir de casa el día antes para evitar que pudiesen pecar y por la noche cenabas y ya no podías comer nada hasta después de la comunión pues la sagrada forma (hostia) la tenías que tomar con el estómago vacío igual que cuando te hacen un análisis de sangre, si la comunión era a las 12:00 pues allí estabas tu sin haberte tomado ni un vaso de leche y sin quejarte pues podía ser un pecado.

Había que comprar o hacerse el traje de comunión, cosa que tras más de 40 años se sigue haciendo... En ciertos lugares está todavía muy arraigado el hecho de hacer la comunión o decir a los vecinos o familiares eso de el niño me comulga.

Como ya sabemos, la primera comunión al igual que hoy, en los lejanos años 50, 60 y 70 era un momento muy especial para los niños. Era un sacramento religioso. El día más feliz de nuestras vidas porque recibíamos a Dios por primera vez aunque en realidad para la gran mayoría de los niños por no decir para todos era el día más feliz no por recibir a Dios sino por recibir algunos regalos que tanto escaseaban en estas décadas citadas.

Para las niñas suponía vestir un esplendoroso vestido blanco y ser el centro de atención de todo el mundo y los niños habitualmente lucían como marineritos o almirantes....

La primera comunión es la celebración católica que conmemora la 1ª vez que alguno de sus fieles recibe el sacramento de la eucaristía, o sea, que se recibe el cuerpo de Cristo, o sea, que se comulga, o sea, que se come la galleta esa que sabe a manido.

Normalmente los niños hacen la primera comunión con 7 u 8 años siempre que hayan sido bautizados, si no, eres como Satanás y te pudrirás en el infierno.
Iglesia Beata Mariana de Jesús

La parroquia de la Beata María Ana de Jesús está construida desde los años 40 y sería el párroco Don Julio Morate quien partió de cero ya que no había ni templo ni feligreses, pero su fe y entusiasmo pronto dieron su fruto. En un pequeño local en el número 2 de la calle José Miguel Gordoa empezó celebrando culto y animando a los niños a asistir a la catequesis. Aquí nos trajeron desde el colegio Castilla a recibir la confirmación.

En esta misma parroquia estuve durante un año en el coro de los niños cantores (debido a mi voz de crío) y aquí hice mi primera comunión con mi hermana Tere (1956).
Iglesia Nuestra Señora de las Delicias

La iglesia Nuestra Señora de las Delicias ubicada en el Paseo de las Delicias, entonces era en el número 11, se inició con la construcción de un asilo, después se adquirió para su expansión una parcela colindante denominada la jabonera y se compró al Ayuntamiento de la Villa y Corte una parte de terreno de la vía pública para el alineamiento de la finca.

Dada la cantidad de instituciones dedicadas a la educación de niños, el asilo fue sólo para niñas, 25 niñas, eso sí huérfanas y naturales de Madrid. El patronato correría con los gastos de su internado y su instrucción.

El capellán y las hermanas de la caridad se ocuparían atentamente de ellas. Continuó la obra benéfico-docente aunque no en este edificio y con las mismas personas ya que se encargaron de las niñas durante estos primeros años de la posguerra las religiosas salesianas en uno de sus colegios de Madrid.

En 1948 el patronato encargó el asilo a estas religiosas permitiéndoles utilizar parte de las instalaciones para sus actividades con jóvenes y también dar clases gratuitas a niñas externas del barrio de las Delicias, así comenzó a funcionar como colegio con la denominación de María Auxiliadora para niñas externas e internas siendo el internado sólo para las becarias del patronato. En 1976 las religiosas salesianas dejaron la dirección del colegio que aceptó el párroco de la reciente parroquia de Nuestra Señora de las Delicias Don Antonio Astillero.
Iglesia Nuestra Señora de las Angustias

La otra iglesia de mi niñez fue la de las Angustias, allí íbamos los domingos a misa y es que estaba muy cerquita de casa. Por cierto y como anécdota, un día me mareé con el olor a incienso y eso fue el desencadenante para poner disculpas para no volver.

Recuerdo que siendo niño los domingos por la mañana solíamos acercarnos hasta la iglesia por si había algún pelón, también recuerdo como nos revolcábamos por el suelo cogiendo los caramelos, pesetas y hasta algunos duros, los cuales podían ser motivo incluso de riñas o peleas entre la muchachería.

Los amigos del barrio quedábamos en las escaleras de acceso de esta iglesia cuando nos enterábamos de que había un bautizo para corearle al padrino eso de eche usted padrino, no se lo gaste en vino y hala, a pelearse por las perras gordas y chicas (calderilla) que nos echaba el padrino al suelo de la iglesia.

Era habitual que el padrino de un bautizo tuviera el detalle de lanzar al aire un pelón de reales y pesetas que provocaba la algarabía de los niños allí preparados para tal evento y así empezaba la pelea entre todos los chavales para coger el mayor número de monedas posible e ir al quiosco a comprar chuches.

El pelón es una tradición muy arraigada en el que tras el bautizo de una criatura los padrinos como expresión de la alegría familiar lancen caramelos y monedas a los niños que hay a la salida  del templo, repitiéndose este acto por la calle hasta llegar al lugar donde vayan a celebrar el banquete del bautizo. A este divertido acto se le llama pelón, ya que los chiquillos vociferan constantemente pelón, pelón, pelónpara incitar a los padrinos a que les echen más caramelos y monedas.


Capillas Domiciliarias y Petitorias

Hoy viene a mi memoria una antigua tradición que no sé si sigue realizándose en Madrid, son las capillas domiciliarias y las capillas petitorias. Algunas familias formaban un coro (capilla domiciliaria de una virgen o un santo) y a lo largo del mes durante 2 o 3 días se repartía por las diferentes casas de las personas que formaban este coro.

Estas capillas iban en una caja de madera con la imagen dentro y con una pequeña hucha para depositar las monedas. Llevaba unas puertas batientes que se cerraban al trasladarla de una casa a otra.

Cuando el santero te traía la capilla a tu casa la colocaba en la mejor parte a la vista de todos y se dejaba abierta.

Para iluminarlas y como señal de oración y respeto se encendía una lamparilla de cera que se ponía en un recipiente con aceite y se mantenía encendida mientras la visita de la capilla domiciliaria estaba en la casa. Las luces danzantes de estas lamparillas producían en nuestros espíritus de niños una serie de sensaciones que las sombras de las pequeñas luminarias en su danzar por las paredes despertaban los temores a fantasmas y apariciones.

Solía rezarse todas las noches en familia alguna oración o incluso algún que otro rosario, por supuesto en las casas de los más piadosos.

Yo creo que la costumbre sigue como testimonio de devoción y de apego a aquellas bonitas tradiciones de nuestros padres y abuelos. Recuerdo que en nuestra casa recibíamos algunas veces la capilla petitoria de la Sagrada Familia.
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