Juegos Callejeros - WEB 2023

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Juegos callejeros

La peonza (trompo) era el juego favorito de muchos niños, había algunos que honestamente hacían magia con este pequeño juguete de quiosco. Si llegaste a bailar la peonza, sonríe, porque viviste algunos momentos maravillosos. También nos entreteníamos horas y horas en la calle jugando con los amigos todos juntos a las canicas (bolas).

Tampoco podemos olvidarnos de la rayuela con sus simbólicos cielo y tierra que la verdad es que no nos importaba mucho. Lo único que nos interesaba era ir de pata coja saltando entre los números cantando y ser el ganador.

Éramos capaces de fabricar patines con rodamientos o máquinas pinball con una tabla con gomas y pinzas de la ropa, también podíamos fabricar arcos y flechas y tirachinas, etc.…

Pongamos el tirachinas como un ejemplo, era una especie de artilugio que servía para disparar piedras. Consistía en una trozo de rama en forma de Y a la que se sujetaban dos gomas en los extremos, al final de los extremos de estas gomas se le ataba un trozo de badana que era donde se introducía la piedra para luego, tras estirar las gomas lanzar la piedra que podría lanzarse contra cualquier cosa para dar al blanco, a un pájaro o hasta para romper un cristal o darle a alguien en la cabeza.
¿Te acuerdas?

Gozábamos con cosas sencillas como echar un pulso entre 2 amigos, dar trompiquetas o subirnos en cancabolillos y a cuestas imaginándonos en un torneo a caballo con espadas rudimentarias de madera y arcos de ramas con sus flechas. Tampoco podemos olvidarnos de esas competiciones de pises y hasta esas peleas entre amigos.
             
¿Os acordáis de algún juego?

En nuestra infancia en los años 60 y 70 existían una serie de juegos que en la actualidad están extinguidos o en fase de extinción. La mayoría de los niños que nos educamos en los años 50, 60 y 70 nos socializábamos con otros niños jugando a lo que podíamos llamar jugar en la calle sin miedo a que nos atropellara un coche, a que nos rondara un pederasta o a pincharnos con una jeringuilla.

Era una época en la que estar en la calle con tus amigos era tu forma de vida y lo peor que podía pasarte es que te castigaran sin ese privilegio por alguna travesura sin importancia. Muchas de esas horas se pasaban volando con juegos como el trompo, cambiando los cromos de fútbol, las canicas, el yo-yó o con los muñecos que iban amarrados a un paracaídas de plástico a modo de paracaidista...

Con escopetas de madera los niños libran la gran batalla. Había héroes y villanos y hasta hermosas princesas. Eran las calles el dominio de los guerreros montando en imaginarios caballos, persiguiendo y castigando a los malos y premiando a los buenos, con un capitán al mando y unos prisioneros encarcelados, juegos de niños ensayando batallas del mañana.

Jugábamos los juegos inventados por nosotros mismos, hoy juegan lo que otros han imaginado, ya no corren, ya no sudan, se hacen niños tristes, inseguros y solitarios, la necesidad aviva la imaginación, lo mucho la atrofia.

Los juegos al aire libre, o sea, la calle, eran juegos que se practicaban sobre todo corriendo tales como el del pañuelo, el rescate, el dola o el lique, al futbito, etc... O también se jugaban con utensilios tan baratos como útiles: el tacón (de zapatos), las chapas (de botellas)...

Y los que se jugaban en locales cerrados (billares) eran fundamentalmente: el futbolín, el billar y el ping-pong, estos 2 últimos para los más mayores, no nos olvidemos tampoco de las máquinas pinball o flippers o simplemente las tragaperras.

Como era lo típico por aquellas fechas, los niños y las niñas jugábamos en la calle cada uno por nuestro lado ya que si se te ocurría juntarte con las niñas enseguida te decían que eras mariquita. Las niñas jugaban a la comba o la cuerda y también al juego de la rayuela en el que pintaban unos cuadrados en el suelo e iban empujando a la pata coja con el lateral del pie una piedra plana (se llamaba la rayuela o la china o el tocaté).

También se jugaba al pañuelo al que se acompañaba de una canción como esta:

Así se lo pone el moro.
Así los bandoleros.
Así las gaditanas.
La niña que yo más quiero.

y bailaban en medio de una rueda colocándose el pañuelo según decía la canción. También se jugaba al diábolo y al yo-yo, etc...

Antes de empezar con los juegos vamos a recordar algunas canciones que utilizábamos para que uno de los jugadores le tocara parar (o magar) o por el contrario según lo convenido salvarse. Todos en corro, uno de ellos entonaba la cancioncilla (cantinela) mientras señala por orden a los jugadores, el último señalado al acabar la canción era el que paraba o se salvaba.

Vamos a recordar algunas de esas cancioncillas:

En el Arca de Noé, caben todos, caben todos.
En el Arca de Noé,caben todos, menos usted.

Pito pito, colorito, ¿Dónde vas tu tan bonito?
A la era verdadera, pin, pan, fuera.

Una mosca puñetera, se cayó a la carretera,
Pin, pan, fuera.

Un avión japonés, ¿Cuántas bombas tira al mes?
Una, dos, y tres.

Una, dola, trela, cuatrola, quina, quinete.
Estaba la reina en su gabinete.

Vino Gil, apagó el candil, candil, candilón.
Cuenta las veinte que las veinte son.

A continuación os muestro algunos de los accesorios de los años 60 que empleábamos para jugar en casa o en la calle...

Juego de las canicas

Las canicas (bolas) se compraban en los quioscos y podían ser de barro cocido (boleones y meñiques). De china (o mármol) dónde una de china valía por 5 boleones o por 10 meñiques. Luego las caras que eran de cristal (de colores) y las de acero.

Que recuerdos los de jugar a las canicas. Casi todas las tardes con el bolsillo lleno de canicas salíamos a la calle a jugar. La calle estaba llena de agujeros (guas) que hacíamos para jugar pero aun así hacíamos otro nuevo.

Si eras bueno y tenías suerte podías volver con los 2 bolsillos a tope, pero si el día iba mal, con mucha suerte te quedabas con tu bola preferida que era la que en teoría te daba suerte aunque ese no fuera el día.

Para jugar se necesitaba hacer un pequeño hoyo en el suelo llamado gua (agujero en la tierra que según quien lo hiciera como se te metiera la bola dentro no había quien la sacara de lo profundo que era), a unos 3 pasos más o menos hacíamos con una piedra una línea en el suelo como posición inicial del juego.

Antes de empezar decidíamos cuantas bolas nos apostábamos. Por turnos tirábamos a ver quién se acercaba más a la línea y el más cercano era el primero en tirar desde la línea al gua y de los que se pasaban de la línea el más lejano era el último.

Cuando tirabas de la línea al gua el primero se arriesgaba e intentaba colarla en él, si lo conseguía a eso le llamábamos tener mate (el tener mate era que cuando te tocaba y le dabas a alguna bola quedabas eliminado automáticamente y tenías que dar las bolas apostadas), los demás jugadores si querían se arriesgaban pero sabían que si no te metías en el gua te quedabas muy cerca de él y el que fuera primero te tenía muy cerca para ir a por ti.

Por turnos ibas tirando y lo que había que hacer si le dabas a alguno era, o chiva (1er golpe flojito), o pie (2º golpe más fuerte para que en la distancia de una bola y otra pasara tu pie a lo ancho), o tute (aquí intentabas darle lo más fuerte posible para intentar alejarlo del agujero) y gua (tenías que tirar la bola desde donde estabas a colarla dentro del gua).

Si en algún momento fallabas por ejemplo, en el pie, le debías pie a esa bola y no podías ir a por otra a no ser que te metieras en el gua y empezabas de nuevo. Los guas se hacían un poco hondos porque si metías una bola dentro que te debía tute, le quitabas todo y empezaba de nuevo.

El primero en cuclillas o de rodillas con el dedo meñique de la mano izquierda puesto en el sitio donde estaba su bola, el dedo gordo de esa misma mano apoyado en la muñeca de la mano derecha y en esta mano la bola entre la uña del dedo índice y la yema del pulgar hacía que la canica saliera disparada para impactar en la bola de otro de los jugadores. Los que iban a jugar trataban de colar sus canicas en el gua. El chaval que conseguía introducir la canica es el que comenzaba el juego.

Si nadie lo lograba empezaba el que se hubiera aproximado más al gua. Entonces se medían 2 palmos y medio desde el gua y debía volver a introducir la suya propia en el gua y en el caso de que fallase, uno de los contrarios lanzaría su canica tratando de golpearla y si tuviera éxito debería también introducir la suya propia en el gua.

Era lo que se llamaba primera, otro segundo impacto pie teniendo que quedar las bolas separadas a más distancia que la medida de un pie, luego se tiraba por tercera vez y si atinaba se le llamaba tute, para luego dirigirla al gua para que cayera dentro y si se conseguía se ganaba la bola del contrario.

Tras pronunciar la palabra tute y si no se añadía de inmediato na por na el rival podía adelantarse con un por la boquilla y conseguir con ello colocar su bola junto al gua para dificultar la jugada o incluso agregar... y con paja que suponía aún más estorbo al colocar la bola junto al borde del gua apoyada levemente en una pajilla.

Era normal también en esta jugada del tute como en el billar impactar al rival de refilón para así alejar su bola y en cambio acercar la nuestra al gua. Lo evitaba si decía to pa su diri que obligaba a disparar la bola de lleno y no era esto de recibo si la distancia entre las bolas no superaba un palmo y tras replicar con un alcanzando no hay diri facultaba para tirar como uno quisiera.

Si se marraba en cualquiera de los disparos entraba en juego el clasificado y así sucesivamente.

Juego de las chapas

El juego popular se llama jugar a las chapas porque se utilizan las chapas (el tapón metálico de las botellas) como elemento principal del juego. Existen variantes del juego de las chapas que pueden ir desde carreras a simulación de fútbol.

Las chapas las conseguíamos de las botellas de los bares y poníamos la cara cortada de un cromo de un futbolista o un ciclista pegadas a la parte interior de la chapa con jabón alrededor de la imagen. De esta manera podíamos jugar a partidos de fútbol, carreras ciclistas o carreras en general para lo que necesitábamos trazar un circuito sobre la arena o dibujarlo en el suelo con tiza. Lo importante es que no faltasen las curvas, estrechamientos, saltos y rectas, hoyos, palitos, rampas, etc ....

Los que iban a jugar situaban sus chapas en la línea de salida y se golpeaba la chapa con el dedo índice por turnos, si la chapa la echabas fuera del circuito suponía el volver al último punto donde estabas antes de tirar y así hasta que uno de los que jugaban conseguía llegar el primero a la meta. Cada jugador tenía su ciclista preferido (Manzaneque, Bahamontes, Loroño, Coppi...) y lo colocaba en la salida y por turnos y dando capirotazos (golpes con los dedos a las chapas) iba avanzando hacia la meta.


En la modalidad del juego de carreras ciclistas o las que se designen, cada jugador tendrá una oportunidad de salida y si la chapa se sale del recorrido deberá volver al punto donde estaba antes de tirar y si la chapa moviese otra, el jugador cuya chapa fue expulsada habrá perdido.

Cada uno de los jugadores colocará su chapa en la zona de salida marcado con una línea previamente. A continuación, por turnos, cada uno de los participantes le da un impulso a la chapa con el dedo con el objetivo de avanzar lo más posible pero siempre sin salirse del recorrido marcado.

En caso de que al tirar la chapa se salga del camino trazado, debe retroceder desde donde fue tirada y esperar de nuevo el turno a modo de castigo. El jugador que gana será aquél que llegue antes a la meta.


En la modalidad del juego de fútbol chapas se necesita un campo de juego que se pintará con tiza (yesón). Se forman 2 equipos por chapas y un garbanzo que hará de (balón).

  • No está permitido marcar gol directamente desde el saque central.
  • Al marcarse un gol, saca desde la portería el equipo al que se le ha metido el gol (igual que en el futbolín).
  • La duración de un partido de fútbol chapas se estipula al principio del partido, antes de empezar.
  • Cuando se vaya a chutar a la portería contraría se debe avisar al portero diciendo (tiro a puerta), de lo contrario se cometerá falta.
  • No se permite tirar a gol desde el propio campo.
  • Si que está permitido marcar gol directamente desde el corner.
  • Cada jugador tiene derechos a 2 tiros seguidos.
  • En los distintos corners, faltas saques de banda, etc ... las chapas del equipo contrario se pondrán a un mínimo de 4 dedos de separación.
  • En caso de que la pelota quedase dentro de una chapa se procede a pitar mano y se efectuaría el lanzamiento de la falta correspondiente.
  • En los momentos en los que el partido está parado como en los corners, saques de banda, faltas, etc ..., las chapas se podrán colocar de nuevo hasta el instante en que el jugador que tiene la posesión de la pelota realice el saque.

Las faltas se cometen cuando:
  • Una chapa toca a otra del equipo contrario sin haber tocado antes la pelota.
  • Se pita manos cuando la pelota se sube encima de la chapa o se mete debajo.
  • Fueras de juego.
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Juego del futbito

En tiempos pasados, los jugadores pertenecientes a equipos federados o adscritos a alguna competición jugaban en sus estadios o en campos de más o menos categoría aunque algunos se limitaran a los simples palos de las porterías sobre un terreno infame.

Pero los niños jugábamos en la calle con 2 porterías improvisadas entre (2 piedras, montoncillos de abrigos o jerséis o las carteras del cole). Los coches apenas pasaban y de las caballerías había tiempo para retirarse.

La facilidad de jugar que tienen estos juegos informales en las calles y espacios abiertos hacen que el fútbol sea el deporte más popular por todo el mundo. Cualquier sitio en la calle era bueno pero mejor era una plaza amplia y despejada o un solar desocupado así evitabas molestar a la gente o romper algún cristal de las ventanas. Pero mucho mejor un descampado que entonces había muchísimos y por todos los barrios como la Arganzuela, Chamberí, Cuatro Caminos, etc …

Jugabas a tus anchas y no había miedo de aburrir la pelota (colarse en una casa tras la tapia), etc...

Juego del pídola

Los juegos del pídola, dola o correcalles,... eran tradicionales en muchos lugares. Se jugaba generalmente, en el patio de las escuelas durante el tiempo que duraba el recreo. Se necesitaba un espacio de terreno pequeño y un mínimo de 2 niños.

Para comenzar el juego, se pintaba una raya en el suelo. La elección del burro se hacía mediante sorteo. Para ello se cogía una china del suelo y se colocaba en una de las manos por la  espalda, para que no fuera localizada por el jugador y, tras mostrar las manos con los puños cerrados, se tocaba en una de las manos y, si coincidía con la que tenía la china, se quedaba de burro y si tocaba en la mano que estaba libre, seguían jugando los siguientes hasta que quedara un solo burro o bien 2 o más según el número de jugadores o lo que se reglamentara.

Los niños forman una fila india dejando un espacio entre cada participante, se dobla el tronco con los codos apoyados en las rodillas y con las manos protegiéndose la cabeza, la última persona de la fila salta tomando carrerilla desde la raya marcada en el suelo poniendo las manos en la espalda del burro y pasando la pierna derecha por la parte de la cabeza y la izquierda por el culo.

Si en esa tanda de saltos lo superaban todos, se distanciaban de la raya y, el que no saltara o golpeara al burro se quedaba en su lugar y se liberaba quien estaba de burro con anterioridad, que pasaba a engrosar el grupo de los saltadores a la cola del mismo.

Si la raya estaba a una distancia considerable y no se podía saltar de un solo brinco, se permitían dar 2 zancadas (una con cada pie). A este salto se le denominaba salto de 2 medias y, cuando se retiraba un poco más se efectuaba el salto de 2 medias y 1 entera, al comienzo del salto.

Había que colocar las 2 manos sobre la espalda del burro y, sin rozarle, saltar al lado opuesto. Si algún jugador, por apurar mucho el salto pisaba la raya de salida, se le decía que había marrao y, por consiguiente, reemplazaba al primer burro que estaba agachado.

Por último, el juego de la pídola tenía 2 variantes: el lique y la culá. El lique era doloroso porque al saltar sobre un chaval te quedabas encima de él y le dabas un golpe con el talón de Aquiles en el culo (joer como dolía).

En ambos, al saltar, se le daba con el talón en el trasero del burro. En el lique y en el de la culá, se descargaba el culo del saltador en la espalda del burro. Para ambas variedades, en el lique no se podía jugar con zapatos, se hacía con sandalias de goma o alpargatas y, en la culá, no se podían llevar llaves ni canicas en el bolsillo trasero del pantalón.

También, al tiempo de saltar se cantaba y se castigaba al burro de diversas maneras, las letrillas más conocidas eran éstas:

A la una la vera mula
A las dos la coz (con taconazo en el culo del burro)
A las tres los 3 pasitos de
San Andrés: Pedro, Juan y Andrés
A las cuatro un buen salto...

Allá, arribita, arribita
Había una montañita
En la montañita, un árbol
En el árbol una rama...


Juego del escondite

El escondite empezaba sorteando quién se la liga (persona que ha de buscar a los demás: el policía o el que la liga) y al que le toca se tapa los ojos y empieza a contar cara a la pared con los ojos cerrados hasta 10. Mientras se cuenta, los demás se esconden para no ser vistos y cuando termina de contar ha de decir en voz alta VOY y salir a buscar a los demás.

Comienza la búsqueda a la voz de (ronda, ronda, el que no se haya escondido que se esconda o si no que responda) y cada vez que ve a una o uno tiene que tocarlo para eliminarlo y seguir buscando. Va a su sitio y dice el nombre de la persona que ha visto y el lugar donde se encuentra escondida/o, mientras, el resto intenta llegar al sitio de la persona que se la liga para salvarse corriendo al lugar donde estaba contando el policía y tocarlo antes de que les atrape diciendo por mí!.

El juego termina cuando todos los jugadores se han salvado o han sido encontrados. El primero que ha sido visto es quien la liga la próxima vez.

Este juego tiene algunas variaciones, en algunos lugares, si el policía localiza a la persona que está escondida, ha de correr hacia el lugar donde contó y tocar mientras dice su nombre. Si llega antes el niño que está escondido, se salva.

En vez de contar también se podía cantar una canción:

Una, dola, tela, catola, quile, quilete,
Estaba sentada la reina en su gabinete;
Vino Gil y apagó el candil,
Candil, candilón, cuéntalos bien que veinte son.

Para el escondite inglés el que la ligaba se ponía en una pared de espaldas al resto de los jugadores que se colocaban en línea situándose a cierta distancia en la línea de salida. La persona que la liga comienza a decir (una, dos y tres, al escondite inglés, sin mover las manos y los pies). Los demás aprovechan para acercarse lo más posible a la pared, parándose en el momento en que termina su retahíla y gira la cabeza, el resto de participantes tendrá que pararse y hacer la estatua. Si uno de ellos es pillado en movimiento quedará eliminado.

Si al hacerlo ve a alguno en movimiento le manda de nuevo a la línea de salida y así hasta que se consigue llegar hasta la pared. Sin embargo, si uno de los compañeros llega a tocar la espalda del que liga, liberará a los eliminados y este volverá a comenzar de nuevo.
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Juego de rulemanes con rodamientos

El primer medio de transporte que tuvimos algunos afortunados en los 70 fueron los carros de cojinetes o de rodamientos o carrillo de bolas. No eran de alta tecnología, no eran bonitos, no eran silenciosos, no eran fiables, pero eran peligrosos y con eso bastaba.

Recordar que el carro de cojinetes (rulemanes) pertenecía a una época donde era común caerte y romperte algún hueso y eso no suponía un drama familiar. Ya fuera con algún arma infantil o jugando a algún inocente juego, lo normal era llegar a casa herido y además que te dieran una paliza por ello. Hacíamos circuitos en las aceras para ir con el carro de rodamientos.

Juego del clavo o hinque

Para jugar al clavo o el hinque, la lima o el roba terrenos necesitábamos un buen clavo largo o una lima vieja o cualquier objeto de hierro con la punta afilada para que se pueda clavar en una tierra blanda y arcillosa sin dificultad. El juego consistía en clavarlo en una serie de círculos consecutivos y al final tras una raya la sopa.

Cada uno se ponía en el principio y comenzábamos a lanzar el clavo por turnos. Cada vez que se clavaba trazábamos una línea recta que pasaba por la marca que deja el clavo, esta parte del terreno pasa a ser propiedad del tirador. Con cada fallo se cambia el turno.

El juego se acababa cuando los jugadores no tienen espacio para permanecer en su campo. En ocasiones se pactaba que el clavo sólo podía ser lanzado por la punta. Si se completaba el circuito sin marrar el recorrido se tachaba el primero de los círculos y así sucesivamente. En las rondas siguientes aumentaba la dificultad al tener que salvar la distancia de los redondeles tachados.

Juego de la rayuela o trejo

La rayuela, el truque, el trejo, se dibujaba en el suelo con tiza o yeso una serie de rectángulos coronados por un semicírculo. El número de casillas cambiaba según los chavales, podíamos encontrar desde 6 a 11 o más casillas. Se numeraban los distintos rectángulos a los que también se les podían dar distintos nombres. El jugador arroja su trejo (piedra plana) a la primera casilla que se salta a pata coja, realiza el recorrido sin pisar el dibujo y al final empuja el trejo fuera del rectángulo para luego pisarlo. Lo mismo se hacía con las otras casillas hasta llegar a la última.

A algunas casillas le poníamos el nombre de descanso así como en la casilla final que puede llamarse cielo, gloria o paraíso y puede asentar los 2 pies. En otras casillas no se puede hablar y algunas veces deben saltarse, es decir, que ni el trejo ni el jugador pueden tocar esas casillas. Otras casillas están divididas en 2 partes por una línea diagonal o vertical y deberá saltar sobre ellas con las piernas abiertas, es decir, poniendo un pie en cada parte.

El jugador pierde cuando posa los 2 pies en las casillas donde no está permitido, cuando pisa las líneas del dibujo, cuando el trejo sale del dibujo o cuando el trejo quede sobre una línea pasando el turno al siguiente participante.
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Juego de la peonza o trompo

La peonza o trompo era de madera con forma de pera y un rejo (clavo de hierro) dentro de la madera a modo de punta. Se enrollaba cuidadosamente con una cuerda que se chupaba en la punta para peinarla empezando a enrollarla por la parte del rejo, luego se tiraba hábilmente hacia el suelo con un golpe seco quedándonos con la otra punta de la cuerda en la mano operación que se favorecía si colocábamos en este extremo una chapa de cerveza o de refrescos perforada y aplastada o una moneda de 50 céntimos.

Estas chapas aplastadas las creábamos poniendo las chapas de los refrescos o cervezas en las vías del tranvía o poníamos una moneda de las que tenían agujerito (de 50 céntimos o las de real inmediatas al final de la guerra).

Al desenrollarse la cuerda del trompo este se ponía a dar vueltas y bailar, aunque a veces en trompos de mala calidad con el rejo no perfectamente colocado en el eje de rotación este baile se producía de manera irregular, con cabeceos por lo que se decía que el trompo escarabajeaba, entonces se juega a ver quién la hace bailar por más tiempo, quién puede hacer las figuras más atrevidas, cómo pasarse la peonza de mano a mano sin que pare de girar, etc...

Uno de los muchos juegos que se practicaban con el trompo consistía en marcar un circulo en el suelo de unos 2 metros de diámetro para que cada jugador fuera tirando los trompos sobre el centro, al mismo tiempo que daba el rejo en el suelo se tiraba de la cuerda para llevarlo fuera del círculo, si se conseguía no pasaba nada, pero si no, allí quedaba y luego era el blanco de los demás jugadores para tratar de hacerle una buena mella incluso abrirlo en 2 partes de un buen rejazo, si con el golpe salía el trompo fuera del redondel, se salvaba..

Otra variante era el parte trompos en los que hacíamos un círculo en la tierra y sorteábamos quién era el primer desgraciado en poner su trompo en el centro, aunque se solía decir (eh, no valen trompos amolados) o sea, afilados y lo siguiente que se oía era el sonido de los trompos afilados silbando por el aire en dirección al trompo del centro del círculo, el que no lo tocara tenía que poner su trompo en el centro y el que le diera y lo partiera cosa que sucedía muy pocas veces, nunca más tenía que poner un trompo en ningún círculo.
Más juegos callejeros

Como habéis visto hasta ahora, los niños solíamos jugar al Fútbol en plena calle con una pelota de trapo o de lo que fuera, también jugábamos al trompo, peonza o también al puazo (se trataba de partir el otro trompo con la púa del tuyo) o a la cagandeta (se trataba de que el trompo estuviese girando el mayor tiempo posible).


¿Alguien se imagina a un niño de hoy en día jugando a las chapas o al tacón?

Es difícil, los tiempos han cambiado porque nosotros nos pasábamos el tiempo en la calle jugando y jugando con otro montón de niños al (un, dos, tres, escondite inglés), al rescate (por todos mis compañeros, por mí el primero)...

A las canicas (las llamábamos las bolas), a jugarnos los cromos (con tacones de zapatos o con trozos de mármol) y por supuesto al fútbol y también al tú la llevas y acordémonos de las chapas a las que les (ponías una foto de un jugador de fútbol o un ciclista), luego pulías un cristal comiéndole trocitos con un clavo hasta que encajaba en la chapa y lo sellabas con jabón Lagarto.

Ya no se ven rayuelas o trejos en los parques (esas cuadrículas de tiza en las que tirabas una piedra y la recorrías a la pata coja).

Nadie juega al churro, media manga, mangotero (un juego en el que hacías una cadena de gente con la cabeza entre las piernas del anterior y los del equipo contrario saltaban encima) y el primer agachado tenía que adivinar la señal del capitán que nos hacía con diferentes ademanes en el brazo (ver juego más adelante) si es que conseguían mantener el equilibrio con todos los demás encima, el premio consistía en intercambiar los papeles y pasar de saltado a saltador.

Jugar al pídola (o dola) con sus tabacas que al saltar sobre el contrario se le golpeaba en el culo con el talón, los liques, paliques y demás y eran los más dolorosos. Creo que era el juego más difundido en los colegios.

Recuerdo las veces que hemos jugado cerca del empalme de la estación de Delicias a los dardos usando las espigas (había campos enteros de ellas), también había muchos gorriones y lagartijas las cuales atrapábamos y luego a jugar con ellas aunque algunas no lograban sobrevivir ya que eran delicadas sobre todo cuando perdían la cola.
Algunos juegos de mi época

Para empezar a jugar teníamos diferentes métodos para echar a suertes quien elegía primero. Uno de ellos se llamaba echar a pies que consistía en colocarse 2 chicos a una distancia determinada, desde allí cada uno iba colocando un pie delante de otro por turno, cuando los pies de ambos se juntaban el último que conseguía ponerlo antes de que se acabase el espacio era el que empezaba a elegir para formar equipo.

Podía ocurrir que no cupiera el pie por completo pero sí atravesado lo que se manifestaba con la expresión (monta y cabe) y si esto tampoco era posible se procedía de nuevo a echar a pies.

Otro método era que uno del grupo cogía una china del suelo y la ocultaba en una de sus manos en la espalda y después presentaba las 2 cerradas para que el otro eligiera mano y si la elegida era la de la china, se perdía (la china es una piedra pequeña con la que los chicos echan a suerte). Se metía en un puño una piedrecita (china) y presentando las 2 manos cerradas para que el compañero acierte dónde (no) está la china. Pierde el que señala la mano en la que está la china. De ahí viene lo de (le tocó la china).

China, china,
Capuchina,
En esta mano
Está la china.

Otro método era el de pares o nones dónde según los dedos que mostrasen cada uno se contaban y se veía si eran pares o nones.
Veamos como se jugaba

El aro consistía en hacer rodar por el suelo un aro metálico ayudándose de una vara de metal llamada guiador la cual en uno de sus extremos tenía forma de U con la que sujeta dicho aro. Teníamos unos recorridos para hacer carreras y ver quién rodaba más deprisa el aro y también quién era capaz de hacerlo rodar durante más tiempo sin que se cayese.

Los bonis eran alfileres con las cabezas de colores clavados en acericos de papel de periódico. Cada uno ponía el mismo número de alfileres sobre el suelo y con el dedo lanzábamos un alfiler sobre los demás y si quedaba cruzado sobre otros entonces los ganabas. También se hacía un montículo de arena y se enterraban los alfileres, se lanzaba una piedra sobre el montón de arena y los alfileres que salían a la superficie pasaban a ser de quien ha lanzado la piedra.

A los cromos jugábamos haciendo un montoncito con ellos, luego con la mano hueca dabas un golpe al montoncito y los que caían hacia arriba eran los que te tocaban, peeerrooo cuando nadie te veía intentabas chuparte la mano así al darle el golpe se quedaban pegados y se volvían más.

El churro-mediamanga-mangotero era un juego de niños un poco bestia, los de abajo lo pasaban mal pero no se quejaban y claro está que había que aguantar el máximo de tiempo posible sin caerse.

Formábamos 2 equipos con varios jugadores cada uno, un jugador de los que saltan tiene que apoyar su espalda en una pared que es el que hace de madre y el resto de sus compañeros se colocaban en fila y en posición de burro, es decir, una persona detrás de otra formando una fila agarrándose fuertemente las piernas y con la cabeza entre las piernas del chico que está delante.

Los chavales del otro equipo debían ir saltando uno detrás del otro sobre las espaldas procurando no caerse e ir dejando sitio a sus compañeros para que cupiesen todos.

Cuando todo el equipo ha saltado y si los que están abajo han resistido el peso y no se han derrumbado, el último de los que han saltado pregunta (¿churro, media manga, o mangotero?) haciendo una de las 3 posiciones a adivinar, si es churro (se sujeta la muñeca con la mano contraria), con media manga (la mano contraria agarra el codo) y con mangotero (la mano contraria se pone sobre el hombro). Si aciertan, entonces se cambian las tornas y este equipo será el que salte la próxima vez, si no, lo volverá a hacer el equipo que estaba arriba.

La comba o la cuerda, la soga, el saltador consiste en hacer un arco con la cuerda y saltarlo al ritmo de las canciones que en la mayoría de los casos se repiten una y otra vez y que por lo general son más breves que en otros juegos. La cuerda es el elemento fundamental que acompaña al juego, debe ser de una longitud y una consistencia que la hagan manejable para moverla y será sostenida por una niña o niño en cada uno de sus extremos, aunque en ocasiones también puede ser una niña o niño solo haciendo uso de un saltador que es una cuerda más corta con una empuñadura de madera o de plástico.

El corro de la patata o la rueda en el que los chavales se cogen de la mano formando un círculo, bailando con las manos entrelazadas y dejándose llevar al compás de las canciones y acompañando la letra con sus movimientos.

Al corro de la patata,
Comeremos ensalada,
Lo que comen los señores,
Naranjitas y limones,
A chupé, a chupé,
Sentadita me quedé,
En la mesa de comer.
El patio de mi casa es particular,
Cuando llueve se moja como los demás,
Agáchate,
Y vuélvete a agachar,
Que los agachaditos no saben bailar,
H, i, j, k, l, m, n, a,
Que si tú no me quieres otro niño me querrá,
Corre, correeeeeee,
Que te pilloooooooo,
A estirar a estirar,
Que el cojito va a pasar.

La cuna o los nudos o las cunitas utilizando una cuerda atada en los extremos y cogida entre las manos y los dedos se van entrelazando con ella y forman la primera figura básica, el siguiente jugador coge la cuerda en determinados puntos pasando ésta a sus manos y creando en esta ocasión otra figura distinta y así sucesivamente.

La precisión a la hora de coger la cuerda es importante porque si no se hace de modo correcto la cuerda se liará y ya será imposible seguir el juego por lo que el jugador que ha fallado, perderá. Las figuras que se creaban recibían cada una un nombre: bigotes de gato, la barca, las tijeras, etc.

El diábolo consistía en 2 conos unidos por la parte más estrecha que se bailaba sobre una cuerda unida en sus 2 extremos a 2 varillas de madera. El diábolo es impulsado por la fuerza que se ejerce sobre las 2 varillas. Antes de lanzarlo deberá deslizarse varias veces por la cuerda para que adquiera fuerza y velocidad, a continuación se lanza enérgicamente hacia arriba y cuando vaya descendiendo habrá que recogerlo de nuevo dentro del cordel.

La gallinita ciega dónde a un jugador se le tapan los ojos con un pañuelo de manera que no pueda ver nada, el resto de chavales hacen un corro en torno a él y comienzan la siguiente canción:

Gallinita ciega ¿qué se te ha perdido? (dicen los del corro)
Una aguja y un dedal (contesta la gallinita ciega)
Pues da tres vueltas y los encontrarás (dicen los del corro)
Una, dos y tres
Y la del revés.

La gallinita da 3 vueltas sobre sí misma y con los brazos extendidos intenta coger a alguien del corro, el resto intentará que se despiste agachándose, tocándola, apartándose... Cuando consigue coger a alguien debe adivinar solamente por el tacto de quién se trata y si acierta coloca la venda a la persona que ha cogido pasando a ser ésta la nueva gallinita ciega. Si no, repite de nuevo.

El látigo dónde los chavales se ponen en fila y se sujetan fuertemente de las manos. Quien inicia el juego suele ser la persona con más fuerza y quien ocupa la última plaza por lo general es la menos corpulenta.

Una vez colocados correrán todos sujetos de las manos y se comenzaba a girar en círculos o haciendo eses y en un momento inesperado el primero tirará con fuerza de la del compañero, este del siguiente y así sucesivamente hasta que llegue el tirón al último participante como si de una corriente eléctrica se tratase.

El último deberá agarrarse a quien le precede con mayor fuerza que los demás porque recibirá toda la fuerza que se ha concentrado a lo largo de la fila. Es lo que se conoce como látigo. A veces, el impulso es tan grande que aun sujetándose con las 2 manos del brazo de su compañero se acaba por caer al suelo. Los últimos de la fila tenían que intentar no salir disparados que solía ser lo habitual, pero de lo más divertido.

El pañuelo se jugaba con 2 equipos con el mismo número de jugadores, situándose a una determinada distancia y con un jugador que aguanta el pañuelo manteniéndose sobre una raya que divide en 2 el campo de juego. Se hace 1 raya en cuyo extremo se coloca el niño que está sujetando el pañuelo y que es el juez.

En secreto cada equipo asigna un número a cada jugador. Se forman 2 hileras, y entre ellas se coloca el jugador que aguanta el pañuelo y que será quien vaya cantando los números y cuando el del pañuelo canta el 3, saldrán de cada hilera los 2 jugadores que tengan asignado este número. Rápidamente llegarán hasta el pañuelo e intentarán cogerlo y llevarlo a su campo sin ser alcanzados por su contrincante. El que primero llegaba cogía el pañuelo e intentaba volver a su línea de salida sin que su rival pudiera alcanzarle.

Si lo conseguía era el otro el eliminado, por el contrario si era alcanzado incluso apenas rozado era él el que tenía que abandonar el juego. Cuando llegan hasta el pañuelo es fundamental la rapidez y el amago de coger el pañuelo por ser un juego de competición.

Es muy frecuente que la pareja de jugadores que intervienen en la partida llegue al mismo tiempo al pañuelo, entonces, se suceden los amagos de cogerlo, de forma que si un jugador finge cogerlo y el otro empieza a perseguirlo traspasando la raya, éste quedará eliminado. Hay que (practicar amagando porque es un juego de engaños y fintas) para distraer al contrincante y en un descuido salir con el pañuelo corriendo.

Cuando un jugador está eliminado, el número que tenía asignado pasa a ostentarlo otro de su mismo equipo, que, naturalmente, tendrá a partir de este momento 2 números. Ganará el equipo que logre eliminar a todos los contrarios.

El pase misí se eligen 2 participantes que formarán un arco con los brazos por el que pasará el resto de chavales. Cada uno de estos 2 chavales elige el nombre de un color, una ciudad, un río, etc... (por ejemplo, rojo y azul), a continuación se cogen de las manos y las levantan simulando un puente y el resto se agarra por la cintura formando una fila y van pasando por debajo del puente mientras cantan la siguiente canción:

Pase misí,
Pase misá,
Por la Puerta de Alcalá,
Los de adelante corren mucho,
Los de atrás se quedarán.

A la voz de se quedarán bajan sus brazos capturando a uno de la fila a quien le preguntan qué color prefiere, según la respuesta se sitúa detrás del jugador a quien pertenece dicho color, cuando ya han sido capturados todos los participantes se traza una raya en el suelo en medio de los 2 equipos y cada uno de ellos debe tirar hacia atrás intentando que el equipo contrario traspase la línea. El equipo que logra hacer que pase la línea el contrario será el vencedor.

El rescate era el juego estrella en mi cole sobre todo en invierno, muchas veces terminábamos en el suelo con las rodillas destrozadas (yo tuve un derrame sinobial en una rodilla y tenía que ir al colegio como podía y comer yo solo en la clase hasta que por la tarde comenzasen de nuevo). Pero a nosotros nos daba igual, esa emoción de ir corriendo a esconderte, esa adrenalina que subía cuándo veías que iban a por ti, ese sprint final para salvar a tus compañeros, esa alegría auténtica e intensa cuando lo conseguías...

por mí, por todos mis compañeros y por mí el primero!!

El rescatao era otra variante en la que el jugador que la liga tendrá que perseguir a los demás del grupo. Cuando coge a alguien lo llevaba a su casa (una farola, un árbol, etc...), después seguirá persiguiendo al resto pero con cuidado de que nadie se acerque a la casa y pueda tocar la mano de quien ya estaba cogido porque si así lo hiciera diría(salvado!) y volvería a poder ser perseguido de nuevo.

Cuando había más de un chaval capturado, se dan la mano para así formar una cadena y poder tener mayor libertad de movimientos y propiciar el rescate. El juego se acababa cuando el perseguidor ha conseguido coger a todos y llevarlos a su casa.

Otra variante era jugar a policías y ladrones que en este caso uno de los equipos representaba a los policías y el otro a los ladrones. Se jugaba de la misma manera que el rescate, a una señal convenida los ladrones salen de su casa para ser de inmediato perseguidos por los guardias pero pueden volver a ella donde son inviolables, según vayan siendo atrapados son conducidos a la cárcel aunque de ella pueden ser rescatados si logran ser tocados por alguno de sus compañeros.

Las tabas fue uno de los juegos más populares y tradicionales dónde se utilizaban tabas (el astrágalo de los huesos de las rodillas de las patas traseras de los carneros) y su mejor modalidad era aquella en la que se utilizan 5 tabas que podían ir pintadas de vivos colores. Cada lado de la taba recibe un nombre:

  • Hoyos cara que tiene un pequeño agujero en el centro
  • Llanas cara opuesta a hoyos y tiene una forma lisa
  • Picos cara que muestra algunos promontorios y en forma de ese
  • Fondos cara opuesta a picos y tiene más lisa la superficie

Se requería el empleo de una canica de cristal llamada la pita que solía ser también una de las bolas que cerraban las botellas de gaseosa.

El juego consistía en lanzar al mismo tiempo la pita a lo alto y dejar caer las tabas recogiendo la pita al vuelo antes de que cayese al suelo, en sucesivos lanzamientos de la pita se intentaba mover las tabas de forma que quedara visible el lado que se pretendía, estas operaciones se repetían por cada uno de los 4 mencionados lados de la taba, si al efectuar cualquiera de los movimientos descritos la pita caía al suelo pues se perdía y comenzaba otro el juego.

El tirachinas o los tiragomas consistían como es bien sabido en una horquilla de madera o de alambre fuerte que servía de mango y agarre a 2 gomas unidas por una badana, en esta badana se colocaban piedras preferentemente redondas (guijarros) y una vez tensadas las gomas se soltaba la badana con la piedra alcanzando distancia y contundencia.

Se fabricaban con una horquilla de madera (normalmente de avellano), tiras de gomas de cámaras de bicis, un trocito de cuero y para atar las gomas a la horquilla unos trocitos de alambre y a tirar piedrecitas.

Se apostaba a la mejor puntería lo que era muy deportivo, pero también se lanzaban las piedras a los pájaros, a las farolas o unos contra otros en las famosas pedreas entre pandillas rivales de las que pocos hay de nuestra generación que no conserven una señal en la cabeza por causa de una descalabradura.

La calle era el sitio ideal para estas pedreas ya que en ella nos aprovisionábamos de la munición. Lo habitual era lanzar las piedras a mano y las mejores eran las llamadas volanderas (planas y redondeadas) que lanzadas adecuadamente al estilo pastor planeaban y alcanzaban gran distancia.

Los chinos aún se sigue jugando para decidir por ejemplo, quién paga la ronda en un bar. Los chavales nos jugábamos las bolas o los cromos. Cada jugador puede sacar en el puño cerrado entre 0 o 3 garbanzos, fichas, chinas o las mismas monedas. Por turno cada jugador apuesta por la cantidad de lo encerrado en los puños y una vez abiertos se hace la suma y gana el que acierta.

El balón prisionero se hacían 2 rectángulos grandes uno para cada equipo y se dividía por la mitad y cada equipo se coloca en su campo. El juego consistía en eliminar un equipo a otro lanzando una pelota contra un jugador del equipo contrario sin pisar las líneas tratando de darle, los jugadores se movían sin parar para no ser tocados con el balón, si te arreaban pasabas al final del campo contrario y quedabas detrás de la línea del mismo que se llamaba cementerio, cuando volvías a coger la pelota después de muerto seguías lanzando al equipo contrario, si tocabas a un contrario volvías a tu campo con tu equipo.

Era muy divertido porque te tenías que mover mucho para no ser tocado por el balón por los 2 frentes que se hacían.

Los petardos considerados en esa época aptos y seguros aunque supongo que al final no lo debían ser tanto puesto que la mayoría fueron prohibidos más tarde por ocasionar quemaduras, por su toxicidad o por ser peligrosos en general.

Los más inofensivos donde los hubiera eran las bombetas que nos iniciaban en el apasionante mundo de la pirotecnia verbenera, ya sabéis, ésos paquetitos envueltos en papel de seda con la parte superior enrollada. Inofensivos inofensivos lo eran, pero los de entonces llevaban dentro unas piedras que cuando la bombeta explotaba salían disparadas con bastante mala leche.

Las reinas de las quemaduras a traición eran sin duda las que nosotros llamábamos rasquetas también llamadas mistos garibaldi o fósforos. Eran unas tiras muy largas de cartulina con unos pegotitos de fósforo que al rascarlo contra una superficie rugosa como la pared se inflamaba y producían una serie de estallidos y chispas hasta que se consumían completamente cobrando la apariencia de la cabeza de un fósforo calcinado. A veces, mientras las rascabas ardían de pronto y muchas veces te dejaban la uña negra.

Los más atrevidos ahuecábamos las manos y sin parar de moverlas dejábamos que los fósforos se consumieran entre crepitaciones dentro de ellas, sin hacer siquiera una pequeña mueca. Al parecer más de un niño se ha intoxicado por chuparlos porque si lo mojabas con la saliva y te lo restregabas por la cara relucían como los fuegos fatuos.

Había otros petardos llamados pedernales que eran una especie de piedras redondas bañadas en fósforo que producían chispas si las lanzabas contra el suelo o las paredes.

Otros de los petarditos estrella eran las piulas, unos petardos muy finitos y largos de color verde que se siguen fabricando y los clásicos chinos con su papel estampado de estrellitas. Vienen montados en una pequeña traca y forrados con papel de colores, si la deshacías tenías un montón de petardos individuales de estallido medio muy útiles para meterlos en botellas, latas o grietas de las paredes y a ver qué pasaba.

Y por último los borrachos con su errática trayectoria a ras de suelo que hacían que todo el mundo huyese levantando las piernas cómicamente ya que nunca se sabía dónde irían a parar.
                   
Estas eran actividades propias de los períodos vacacionales de verano, navidad y semana santa dónde aprovechábamos el mayor tiempo posible con nuestras travesuras.
Os acordáis de estas cancioncillas de los juegos de nuestra infancia?

Pues, ánimo y a tararearlas

Al pasar la barca, / me dijo el barquero: "Las niñas bonitas / no pagan dinero..."
El cocherito, leré, / me dijo anoche, leré, / que si quería, leré, / montar en coche, leré...
Debajo de un botón, ton, ton, / que encontró Martín, tin, tin, / había un ratón, ton, ton, / ¡ay que chiquitín, tin, tin! ...
Pasemisí, pasemisá, / por la puerta de Alcalá; / los de alante corren mucho, / los de atrás se quedarán.
Ratón, que te pilla el gato; / ratón, que te va a pillar; / si no te pilla esta noche, / mañana a la madrugá.
A la silleta la reina, / que nunca se peina; / un día se peinó: / cuatro pelos se sacó.
    Pinto, pinto, gorgorito, / saca las vacas / al veinticinco. / ¿En qué calleja? / En la Morilleja. / ¿En qué lugar? / En Portugal. / Esconde la mano que viene la vieja.
Al corro de la patata, / comeremos ensalada, / lo que comen los señores, / naranjitas y limones...
El patio de mi casa / es particular, / cuando llueve se moja / como los demás...
Que llueva, que llueva, / la Virgen de la Cueva, / los pajaritos cantan, / las nubes se levantan, / que sí, que no, / que caiga un chaparrón / encima de la estación...
Tengo una muñeca / vestida de azul, / con su camisita/ y su canesú...
La chata Merenguela, / cui, cui, cui, / como es tan fina, / trico, trico, tri...
A la 1 la vera mula. / A las 2 la coz (con taconazo en el culo del burro). / A las tres los 3 pasitos de San Andrés: Pedro, Juan y Andrés. / A las 4 un buen salto...

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