Espectáculos
El espectáculo más frecuentado por los madrileños de la posguerra era el cine aunque más selectivo era el teatro en parte debido a que el precio de la entrada era superior al del cine. Había gente que se las ingeniaba para conseguir entradas de clá o clac (del francés claque o bofetada). Es el nombre que de modo convencional recibía el grupo de individuos pagados para aplaudir en los espectáculos, bien como cuerpo organizado contratado en las salas de teatro y ópera o figuradamente los que aplauden o animan a alguien de forma incondicional.
A cambio de los aplausos podían presenciar el espectáculo gratis (con entrada de claque). La clá la practicaron, vivieron y disfrutaron muy diversos personajes de la literatura, de la farándula y del espectáculo entre los que pueden citarse a Fernando Fernán Gómez y un largo etcétera y que se hizo muy popular en los años 40 y 50 en sesión vespertina o nocturna.
La fiesta de los toros era un espectáculo mucho más selectivo ya que las plazas de toros estaban a las afueras de la ciudad y era más complicado acceder a ellas.
Otros centros de diversión en mis tiempos de la posguerra eran los más de 300 bares que existían en Madrid, en esta denominación se incluían cafeterías, bares americanos y cervecerías con pista de baile subterránea en la que se reunían estraperlistas y excombatientes. Después comenzaron a abrirse las cafeterías desplazando a los clásicos cafés.
Cafés del Madrid histórico
Os paso a enseñar algunos de estos cafés.
El café de Levante (entre las calles Carretas y Espoz y Mina) en el lugar en el que ahora se encuentran los Guerrilleros y era famoso por sus salas de billar.
La cafetería Manila (en las cercanías de la malograda iglesia de San Luis) incendiada en los primeros días de la guerra civil y era muy concurrida debido a la gran sala de billares de Callao que estaba en sus sótanos.
Algo especial era el café el Indio (cafetería-pastelería de estilo inglés) en el que se podía ver a asiduos clientes leyendo el periódico o fumando grandes cigarros puros.
Además de todos estos existían muchos otros cafés entre los cuales se podría citar el café Lorencini (entre la calle Alcalá y la Carrera de San Jerónimo) muy cerca de la famosa librería Pueyo.
Uno de los cafés más afamados fue el café Castilla (con su galería de caricaturas y sus tertulias literarias). Por él habían pasado personalidades tan conocidas como Ramón y Cajal, Mariano de Cavia, Benito Pérez Galdós, Benavente, el rey Manuel de Portugal o el dictador Primo de Rivera.
Muy concurrido también estaba durante estos años el café Fuyma (se juntaban varios de los altos cargos franquistas) vencedores en la guerra.
Algunos de estos cafés sufrieron serios destrozos por los bombardeos: café Gijón, café Colonial, café Comercial, café Argüelles, café España, café María Cristina, otros simplemente terminaron desapareciendo.
Restaurantes y bares del Madrid histórico
Corridas de toros en Madrid
Salas de fiestas y cabarets
Pasapoga Music Hall
El Pasapoga Music Hall fue una sala de fiestas de Madrid situada en los bajos del cine Avenida, en el número 37 de la Gran Vía. Fue la sala de fiestas, que había abierto sus puertas el 20 de mayo de 1942. En ese mismo lugar existían unos billares con el mismo nombre que el cine, los más grandes de la capital, inaugurados en 1930 y que no duraron más de un lustro, probablemente por la competencia de la cercana sala de billares del cine Callao.
La palabra Pasapoga fue un acróstico formado con las 2 primeras letras del apellido de cada uno de sus cuatro propietarios: Patuel, Sánchez, Porres y García.
Desde 1942 el Pasapoga se convirtió en una de las salas más importantes del país. Su planta en forma de herradura al modo de los teatros tradicionales y su exuberante decoración con columnas y pinturas murales imitando frescos antiguos albergaron conciertos de artistas como Antonio Machín, Frank Sinatra o Rosa Morena.
Fueron el antecedente del sexy-show (lo más cercano en el tiempo a un striptease con desnudos a media luz). Las supervedettes de los espectáculos del cabaret madrileño no llegaron nunca a rebasar esa línea salvo por algún descuido (voluntario o no) de sus protagonistas.
En el Pasapoga… se baila el Bugui
Y es que la sala de fiestas Pasapoga era en los años 40, junto con la sala Casablanca (el epicentro del swing en Madrid). En el Pasapoga se bailaba el bugui, el fox-trot, el swing, y toda aquella música americana que a duras penas llegaba a un país recién salido de una guerra civil y sumido en una férrea dictadura que no simpatizaba demasiado con los ritmos sincopados.
Para acceder a Pasapoga era necesario abonar una entrada que, en 1942, costaba entre 15 y 18 pesetas (según fuese en horario de tarde o noche), lo que hacía que el espectáculo estuviese reservado para tan solo unos pocos privilegiados. Un té con pastas acompañado de mermelada y mantequilla (productos inexistentes para la población) costaba 16 pesetas, en una época en la que todavía funcionaban las cartillas de racionamiento, y el salario medio diario de un electricista era de 20 pesetas. Todo ello, hizo que la sala de fiestas comenzase a ser conocida como el pasa y paga.
Programa oficial en Pasapoga temporada 53 - 54
Sala de fiestas Florida Park
El Florida Park fue una mítica sala de fiestas que antes fue pabellón de caza del rey Fernando VII, luego balneario (gabinete oxiterápico destinado a la inhalación y pulverización de aguas oxigenadas) y salón de té. Fue uno de los puntos de encuentro de la farándula de Madrid durante décadas hasta que con el nuevo milenio entró en decadencia.
Arquitectónicamente el nuevo llamado Florida Retiro conserva tanto la emblemática cúpula como la fachada de la casa del contrabandista, uno de los caprichos del rey Fernando VII que fue construido en 1814 por el arquitecto Isidro González.
Ava Gardner (se divertía en sus fiestas acompañada de Lola Flores). Antonio Gala (tenía su propio rincón dentro del Florida). Rappel (fue su relaciones públicas). Miguel Bosé (debutó en su escenario), TVE grabó algunos de los programas más míticos de televisión como (esta noche… fiesta), con José María Iñigo o (viva el espectáculo), presentado por Concha Velasco.
Cabaret Molino Rojo de Madrid
El Molino Rojo no estaba situado en el centro, lugar habitual para las salas de baile y grandes discotecas, sino en el barrio de Lavapiés en la calle Tribulete, 16 justo dónde en los años en que abrió sus puertas comenzaba la otra ciudad, esa que se iba difuminando más allá del Manzanares (justo antes de la especulación inmobiliaria de los años 60, que terminó poco a poco con las zonas de campo dónde hoy se levantan los barrios paralelos a Madrid Río).
En pleno franquismo, el Molino Rojo fue algo bastante inaudito. Por allí pasaron numerosas vedettes, cómicos, orquestas y las primeras bandas madrileñas y cantantes de rock and roll como Henry el Diablo (y muchos otros).
Tuvieron lugar bailes de juventud, el Trío Tremaine (las negras birmanas que conquistaron Nueva York, aseguraba la publicidad), La Chunga, Lola Flores y Estrellita Castro, juergas flamencas, ballets internacionales y musas llegadas de Francia y el Caribe que alegraron la vista al público masculino y un largo etcétera.
La programación cambiaba según el horario. Por la tarde, cómicos y conciertos y, al caer la noche, cabaret y sexy shows, o sea, los inicios del destape.
El Molino Rojo de Madrid fue uno de los templos del erotismo que levantaron pasiones durante los años 50, 60 y 70 con alegres chicas que representaron durante años espectáculos con pícaros nombres como las gatitas de Madrid. Las alegres chicas de este clásico cabaret invitaban al público masculino a vivir una noche de París en el barrio más castizo.
viva una noche de París en la sala castiza de Madrid!!
A diario podías leer las actuaciones previstas en la prensa e incluso en cuñas radiofónicas que explotaban su carácter canallesco:
Felipe, ¿dónde te metes?
En la calle el Tribulete.
¿Es que te vas con la panda?
¡Vamos, anda!
¡Ojo, que voy al Molino Rojo!
¿Molino Rojo?
Sí, la sala castiza de Madrid.
Por último, saber que a finales de los años 50 podías comenzar la noche bailando en la sala de fiestas conga Bar (Tirso de Molina, 1), luego seguir por sus bares angostos y apaches, hasta finalmente acabar en el Molino Rojo.
La destrucción fue acabando con parte de aquellos lugares que aún recuerdan sus vecinos: los 8 cinematógrafos que hubo en el Barrio, los locales de flamenco, las tabernas oscuras, etc...
Cafeterías, pub's y bebidas exóticas
Con el paso del tiempo empezamos a frecuentar todo tipo de cafeterías, pub's y bares de bebidas exóticas de la polinesia como podréis ver en las siguientes imágenes que os muestro.
6 meses en Valencia
Canódromo madrileño
Como no, un recuerdo al canódromo madrileño ya que en España se han cambiado los gustos en los espectáculos. En su momento había una antigua afición a la pelota en Madrid y se iba a los frontones que hubo en la capital. Pero ahora quiero hablar un poco de otro espectáculo deportivo de apuestas que existió y también desapareció: Las carreras de galgos.
En esas fechas había 2 canódromos en Madrid el de Canillejas (avenida de Arcentales) y el Madrileño (vía Carpetana) entre los barrios de Carabanchel y Latina. Nunca estuve dentro, pero sí que lo vi por fuera cuando ya estaba cerrado y la cubierta de la grada de tribuna se veía algo parecida a la de la recta de meta del hipódromo.
Como hay en el extranjero infinidad de hipódromos, alguna vez quizá hable también del antiguo hipódromo del paseo de la Castellana.
Pues bien, retomemos el asunto del canódromo, era una pista cerrada de forma ovalada similar a las de atletismo y con una longitud parecida. También tenían gradas para el público. Se puede decir que es un pequeño estadio deportivo. Aquí el señuelo o liebre mecánica (circula por un carril) como si fuera un tren de juguete. El sistema de competición es similar al de recta, se van clasificando según los puestos obtenidos.
La salida de los perros se realiza en cajones de forma parecida a las carreras de caballos de los hipódromos. Aquí también hay un sistema de apuestas para los espectadores y premios en metálico para los galgos ganadores.
La modalidad en recta se lleva a cabo en zonas de terreno llano mediante la preparación de una pista recta de arena o tierra que puede tener varias dimensiones, las más comunes son de 500 y 800 metros aunque últimamente se están haciendo competiciones en pistas más largas de 1.000 o 1.200 metros. El señuelo es arrastrado mediante un motor que tira de una cuerda de gran longitud hasta donde se sitúa la meta en la que es ocultado.
Cada galgo participante es soltado de forma manual por su propio dueño obedeciendo las órdenes del juez de salida y los perros participantes suelen correr un máximo de 3 mangas. En cada manga pueden participar hasta 6 o 7 perros y se van clasificando los 2 o 3 mejores. De igual forma se clasifican los 2 o 3 mejores para llegar a la final. En la meta están situados los jueces de llegada que dictaminarán el orden de los perros en la carrera.
Pero atención, por estas razones que os voy a contar yo veo indispensable que se anulen estos tipos de carreras debido a que la gran mayoría de los galgos de carreras son criados por una industria millonaria que busca producir campeones. Aquellos perros que no tienen potencial para correr suelen ser abandonados, eliminados, vendidos a precios muy bajos o, si tienen suerte entregados a sociedades protectoras de animales.
Cuando los galgos de carreras finalizan su vida útil que con frecuencia dura sólo 2 años y medio (del año y medio a los 4 años) se convierten en una carga para sus propietarios ya que generan gastos pero no ingresos económicos, por lo tanto deben ser retirados de alguna manera que no afecte las finanzas de sus dueños.
Algunos son asesinados (acción para la que suele usarse incorrectamente el término eutanasia), otros son abandonados y otros son vendidos a precios muy bajos especialmente para vivisección y experimentos médicos. Por supuesto algunos también son retirados en las granjas de cría donde sirven como sementales.
Debido a la crueldad que les toca vivir a muchos galgos de carreras después de finalizar su vida útil se han creado sociedades protectoras de animales que se encargan de adquirir esos perros y ponerlos en adopción, se estima que solamente una fracción de los galgos de carreras terminan en un hogar adoptivo.
España, el país de los galgos ahorcados