Servicio militar - centro de instrucción
Hubo un tiempo en el que había una experiencia por la que tenías que pasar si o si. Si querías convertirte en un hombre teníamos que hacer el servicio militar o como se decía familiarmente la mili y aunque os parecerá una cosa del pasado, en realidad el servicio militar obligatorio fue abolido en España el 9 de Marzo de 2001 aunque se empieza a hablar de volver a instaurarlo en nuestro país.
Los quintos de 1949
En España, cuando se acercaba el año en que los mozos o jóvenes íbamos a ser tallados se iniciaba un rito de paso, el de la hombría. Estos mozos o jóvenes (quintos) al cumplir la mayoría de edad tenían que hacer el servicio militar. Tanto la mili como los quintos siempre formaron parte de aquello que se llamaba hacerse todo un hombre y cumplir con la patria. Eran entre otras cosas ritos de paso masculino con su iniciación incluida.
Los quintos eran los jóvenes que eran tallados para engrosar durante el siguiente año los distintos relevos de la mili (servicio militar obligatorio). Los pelusos eran los jóvenes que tenían 2 años menos que los quintos.
Cumplidos los 20 años, a todos los mozos (nos tallaban en el ayuntamiento) y al que llegaba a la talla establecida y no alegaba ningún impedimento físico o de otro tipo era declarado soldado útil para servicio, así gritaba el empleado municipal encargado de la tarea.
Por el contrario, aquel que no daba la talla o presentaba alegaciones físicas se consideraba soldado útil pendiente de fallo a expensas de los correspondientes reconocimientos médicos y del dictamen del expediente abierto en la caja de reclutas.
Sorteo del lugar de destino
La incorporación a filas tenía lugar al año siguiente de haber entrado en caja y de haber sido tallados. Ingresábamos en el ejército entre los 20 y los 21 años pero antes se celebraba el sorteo del lugar de destino que se solía realizar en los correspondientes ayuntamientos de la localidad de nacimiento y dónde asistían los mozos, familiares y curiosos allí congregados.
La suerte se echaba entre la península, las islas, ceuta, melilla e incluso guinea, sidi ifni o el sahara cuando según la época algunos de estos territorios pertenecían o estaban bajo la soberanía de España. De antemano y en el tablón correspondiente se habían anunciado 2 listas, una con los destinos y cantidad de reclutas que correspondían a cada uno de ellos y otra con los mozos por orden alfabético y numerados.
La distribución se hacía cuando se sacaba el número del mozo que iniciaba la lista de destinos y a partir de él todos los demás. El resultado rápidamente corría de boca en boca y pronto acudían amigos y familiares a las casas para celebrar con gran jolgorio el buen destino o por el contrario acompañar en la pena a los padres y novias si había tocado fuera de la península.
Algunas familias lo llevaban francamente mal y se comportaban como si estuvieran de luto durante todo el tiempo que el hijo estaba en el servicio militar, pero pensar, si nos remontamos a bastantes años que para algunos era la primera vez que salían de su pueblo.
A continuación os muestro la letra de una copla muy popular sobre los quintos:
Ya se van los quintos, madre, ya se va mi corazón, ya se va el que tiraba chinitas a mi balcón.
Si te toca, te jodes, que te tienes que ir, a luchar con los moros, a coger el fusil.
Si te toca, te jodes, te tienes que ir.
Para los quintos, con pena o sin pena era su día e incluso su año pues ejercían de protagonistas en cuantas fiestas y eventos se celebraban. Solían juntarse e iban gritando por las calles sus canciones de tono subido y pidiendo propinas para pagarse alguna comilona.
La juerga y el exceso en la bebida en esos tiempos era casi un rito iniciático causa de más de un altercado o gamberrada y de que casi siempre dejaran constancia, antes con burdos chafarrinones de brea (mancha o borrón grande que desluce el sitio en que está) y más tarde con sprays de la pintada que invariablemente proclamaba:
vivan los quintos de 1949!
De todo ello, sobre todo en los pueblos, decir de alguien que es quinto mío, o sea, que pertenece a la misma quinta suele llevar implícito el concepto de amistad.
Un año de nuestras vidas
La mili era una putada para la mayoría de nosotros, sobre todo para los que hubieran cometido el fatal error de dejar los estudios. En mi caso, muchos tuvimos que ir a regalar (1 año de nuestras vidas a la patria), además por la cara y totalmente de gratis.
La mili siempre fue algo más que cumplir con los deberes militares. El cuartel supuso un rito de paso en la vida de los jóvenes de entonces donde se nos reconocían unos derechos que nos permitían ingresar en el mundo de los adultos.
La mili además constituía un elemento perturbador tanto en el mundo rural como en el urbano porque empezaba justo en el momento en que iniciábamos o intentábamos encauzar nuestra vida profesional o los estudios académicos. Para otros suponía un cambio de aires, aprender a leer y a escribir, sacarse el carnet de conducir de automóviles, adquirir alguna formación profesional, conocer mundo y relacionarse con gente de otras regiones.
Centro de Instrucción de Reclutas (C.I.R. nº1)
Mi incorporación a filas para la instrucción militar comenzó en pleno verano (15 de julio de 1971) y me tocó en la península en el ejercito de tierra. Realicé los primeros 3 meses del campamento en el centro de instrucción de reclutas (CIR nº 1) en el Cerro de San Pedro en Colmenar Viejo a unos 34 kms de Madrid dentro de la 1ª Región Militar.
himno del centro de instrucción de reclutas nº 1
Al sonar de la patria la llamada, con orgullo tus hijos acudimos y homenaje a tu gloria le rendimos pues servirte es honor patria adorada.
De España soy, pronto seré soldado para un día saberla defender y en las filas del CIR nº1 encuadrado aprenderé a cumplir con mi deber.
Estudiantes, campesinos y obreros unidos por los mismos ideales en paz y en guerra, hermanos verdaderos, seremos los soldados mas leales.
Y al besar tu bandera juraremos la vida darte en generosa ofrenda pues dichosos tus hijos moriremos defendiendo tu honor de quien lo ofenda.
Salve, España tú me has dado la gloria de tu renombre, el orgullo de ser hombre, el honor de ser soldado.
Y si muero defendiendo, tu gloria que nada empaña con mis últimos alientos gritaré a los cuatro vientos
madre mía, viva España!
Periplo del traslado al CIR
El día que comencé mi andadura militar tuve que ir a la estación del Norte a las (Príncipe Pío a las 8:00 AM) donde nos esperaba un tren especial (borreguero) para militares con todos los soldados del reemplazo, pero no lo pudimos ocupar hasta pasadas las 10:00 AM.
Tras habernos suministrado antes 2 bocadillos (uno de sardinas en aceite y otro de mortadela), nos dijeron que era todo el condumio hasta la tarde. Por fin arrancamos de Príncipe Pío y nos llevaron después de 7 horas de viaje a (Colmenar Viejo), allí nos esperaban unos autocares para trasladarnos al recinto del centro de instrucción nº 1 (C.I.R nº1).
Llegada al CIR nº 1
Nos ponían en fila con el torso al descubierto e iban pasando enfermeros sucesivamente. El primero te daba un brochazo de yodo mojando la susodicha brocha en un bote cual de pintura se tratara, otro enfermero iba clavando las agujas en los brazos y espalda que sacaban de una lata cuadrada de envase de carne de membrillo y por último, después de tener las banderillas clavadas un buen tiempo (alguno se llegó a marear) llegaba el tío del enorme jeringón que aplicándolo en las agujas clavadas nos suministraba la dosis indicada.
Batallón V, Compañía 17ª
Una vez terminada la sesión de las inyecciones me asignaron al batallón V, compañía 17ª. El barracón era una nave corrida de 2 pisos ocupada por literas de 3 alturas con un pasillo en medio y taquillas junto a las paredes, es decir, un enorme dormitorio doble para ciento y pico reclutas.
Los retretes o letrinas estaban a la entrada de la compañía y eran del tipo de plato turco. Las teníamos que mantener bastante limpias y era obligatorio tener papel higiénico individual cuya compra corría por nuestra cuenta y debíamos guardarlo en nuestra taquilla.
Hoy podría parecer todo esto surrealista pero en esos tiempos no era muy raro utilizar papel de periódico que atascaba los desagües y no te dejaba el ojete precisamente en estado de revisión.
Dormitorios de la tropa
Menús y servicios de guardia
Comedores de la tropa
Las impresiones de los primeros días no fueron demasiado malas, se comía aceptablemente, en el desayuno conseguíamos varios paquetes de mantequilla, las cenas eran más flojas pero nos daban libertad para pasar de ellas. Algunos amigos del barracón y yo mismo no íbamos al comedor sino que íbamos a cenar a una zona del campamento que llamábamos los chopos o íbamos a la cantina que era barata, con buenos bocatas y trasegando vino de Vinoca el único a la venta.
Hogar del soldado o cantina
Día agotador y relax
Servicio de cocina
El toque de arriar la bandera era a (20:00 pm) y el de retreta para recogerte en la compañía a las (21:00 pm), siempre en formación y con nuevo pase de lista y lectura de los servicios del día siguiente.
Podía tocarte guardia que era el peor, cocina o limpieza bien del barracón de la propia compañía o en instalaciones generales. A mí, a los pocos días me toco cocina gigante! cualquier cosa que se diga siempre quedará escasa, ollas exprés cuya tapa se levantaba con grúa, descomunales perolas que necesitaban varias personas para manejarlas, miles de platos para lavar y secar que aumentaba el número si el postre era arroz con leche.
Todo ese día acarreando legumbres, enormes trozos de carne o cajas de pescado, pelando y cortando patatas, cebollas y todo tipo de verduras y sobre todo barrer, barrer y fregar continuamente pues los cocineros ayudados por soldados veteranos allí destinados lo tiraban todo al suelo cabronazos!. Terminabas reventado y después de las 22:00 pm cuando ya se había tocado silencio y todos estaban acostados, la única recompensa era ponerte como el kiko de comer todo lo que quisieras, incluso las exquisiteces que preparaban los cocineros para ellos.
Ese día que estuve en cocina cortaron el pelo a todos los reclutas de mi compañía y repartieron la ropa de soldado, por esta razón y como yo no pude asistir al corte de pelo y entrega del uniforme me tocó estar con mi ropa de paisano y con largas greñas unos días más. Los reclutas me miraban como a un bicho raro pues éramos poquísimos los que deambulábamos por el campamento de tal guisa.
Comenzamos la instrucción
La Instrucción tan consustancial con el ejército, aprender a formar, a desfilar, hacer los giros, los movimientos con el fusil, conocer las órdenes de mando y toques de cornetín y corneta. A mí me parecía una tontería y una pérdida de tiempo, a fin de cuentas todo consistía en que desfiláramos bien el día de la jura de bandera.
Sólo cuando lo hacíamos con música o cantando nosotros resultaba agradable, para colmo, muchas veces terminábamos castigados corriendo con el fusil de asalto Cetme en alto y con el teniente cabreado, ¿os lo podéis imaginar? y todo por culpa de los más de un niñato gilipollas e inconsciente que tenía por compañeros que no sabían distinguir entre un momento de broma y otro de seriedad y que la mitad de las veces o estaban en babia o eran tontos del culo, sin el más mínimo indicio de coordinación en los movimientos, que cambiaban el paso continuamente y que cuando ordenaban girar a la derecha, por ejemplo, atropellaban al resto y giraban a la izquierda.
Trabajo diario de gimnasia e instrucción
El plan de trabajo diario consistía en hacer gimnasia con la ropa de deporte, después volvíamos a la Compañía extenuados y nos cambiábamos para ir a hacer la instrucción de la mañana. Alrededor de las 11:00 am parábamos y nos tomábamos un bocadillo siempre de mortadela.
Terminábamos la instrucción y todos a los comedores a comer, ya por la tarde teníamos clases teóricas y después tiempo libre para tomar algo en los chopos o la cantina.
Clases teóricas
En las clases teóricas se aprendía a hacer la limpieza del fusil Cetme, su revisión, el funcionamiento y un poco sobre balística. Bastaban un par de días pero con el personal que teníamos en la clase... cuando eres del grupo de los más espabilados existe el peligro de que los otros se mofen de ti o que te tengan más respeto, yo creo que pasó esto último y también por parte de los oficiales.
Una vez que terminaban las clases teóricas comenzaba nuestro tiempo libre al que dedicábamos con nuestros colegas a ir a la cantina o a los chopos a merendar y charlar.
Hora de las duchas
Nos tocaban las duchas dos veces a la semana. Era por la tarde en ropa de deporte o con sólo los calzoncillos y con una toalla y el jabón en la mano íbamos a las duchas que estaban un poquito apartadas del barracón. Nos enjabonábamos rápidamente en unas piletas y corriendo todos en pelotas pasábamos por un largo pasillo con chorros de agua a presión muy caliente que salían de las paredes.
El tema del sexo estaba controlado, con las espuertas de bromuro que debían echar en la comida y el sólo ver tíos, ni te ponías en una buena temporada.
Maniobras y marchas diurnas
A pesar del calor salíamos de maniobras por la zona cerca del embalse de santillana, pertrechados con comida de campaña en el macuto y con el chopo o mejor dicho la novia (el cetme) bien agarradito. Ya sabíamos cuándo era el día de las maniobras porque nos hacían pertrecharnos con macutos, cantimploras, etc...
En el atardecer tomábamos un camino rural hacia el oeste para ir de marchas vespertinas / nocturnas o para ir al campo de tiro que estaba situado justamente en el lado opuesto de las marchas, es decir, hacia el este justo debajo del cerro San Pedro que da nombre al CIR nº1.
En algunas de las maniobras nos separaban en 3 grupos al mando del teniente y 2 alféreces y por caminos distintos, orientándonos con una brújula y el mapa correspondiente teníamos que reunirnos de nuevo en un paraje indicado. Como salía todo bien fueron un días muy agradables y llenos de camaradería.
Canciones para marchas diurnas
Campamento de San Pedro, Campamento de San Pedro, matadero de reclutas los que vengan en enero los que vengan en enero las van a pasar muy putas.
Los que vengan para mayo los que vengan para mayo la van a pasar peor.
Los que vengan para julio los que vengan para julio de esos ya me encargo yo.
Quinto peluso no llores más mira tu padre mira tu padre que alegre está.
Sole, Sole, Sole, Sole Cuánto me gusta tu nombre, Soledad.
Sole, Sole, Sole, Sole también me gusta todo lo demás. Y cuando sale Soledad me gusta una barbaridad
airí, airá, airí, airí, airá...
Margarita se llama mi amor Margarita Rodríguez Garcés una chica, chica, chica, pum del calibre 183.
Margarita el pañuelo sacó cuando el tren hizo píí... chacachá y una lágrima rodó, rodó, rodó, por su rostro angelical...
Prácticas de tiro y granadas de mano
Los avisos en la compañía que nos decían lo que teníamos que hacer, por la mañana se trasladarán al campo de tiro de San Pedro a fin de realizar los ejercicios de tiro con armas portátiles según normas dadas por la jefatura de instrucción. Durante el traslado efectuarán ejercicios de seguridad en marcha. El comandante médico nombrará el servicio sanitario y ambulancia correspondiente.
La marchas nocturnas iban hasta la vía del ferrocarril Burgos - Madrid, elemento que les daba un aire de segunda guerra mundial o algo así. El camino en los meses de invierno estaba completamente verde.
Mosquetón Máuser
Fusil de asalto Cetme
Juramento ante la bandera de España
Es un deber esencial del militar, con él se contrae el compromiso de defender a la patria aún a costa de la propia vida. Su formula fue fijada por ley. Es el beso a la bandera la huella permanente grabada a fuego y sangre en el alma de todo aquel que besa sus pliegues.
Como una sentencia suena la voz de mando cuando en formación se pronuncia la fórmula del juramento que dice así:
soldados!
¿juráis a Dios y prometéis a España, besando con unción su bandera, obedecer y respetar siempre a vuestros jefes, no abandonarlos nunca y derramar si es preciso, en defensa del honor e independencia de la patria, y del orden dentro de ella,hasta la última gota de vuestra sangre?
sí, lo juramos!
Si así lo hacéis, la patria os lo agradecerá, y premiará, y si no, mereceréis su desprecio y su castigo, como indignos hijos de ella.
soldados!, viva España!
viva!
Mi jura de bandera
Mi jura de bandera fue el (26 de septiembre de 1971). Casi salió perfecta de no ser porque la noche anterior estábamos formados y de cachondeo y el gili del alférez me recriminó lo que estaba haciendo y me mandó cortar el pelo al cero.
¿emocionaaaante no?
Con las familias presentes yo desfilando con esta guisa y mis compañeros solidarizados con la putada que me hicieron, desfilamos sin cantar la canción que se compuso en la compañía para este evento.
Los familiares fueron invitados posteriormente a visitar el acuartelamiento y a un aperitivo en los comedores, después nos concedieron un permiso de 3 días para posteriormente incorporarnos a los cuarteles que nos asignaron.
soy el que desfila bajo rotulador amarillo
Primeros planos de la jura de bandera
Documentos informativos sobre la jura de bandera
Uniforme militar
Dos veces tuve problemas con la gorra, la 1ª con la gorra de campaña que me desapareció en la cantina. Ir sin gorra era una falta gravísima y además ¿cómo saludabas a los mandos sin ella? pero en pocos minutos me pusieron en contacto con la mafia de veteranos que las vendían. Era usada, naturalmente pero no capada (era una broma o más bien una putada que consistía en romperte el plástico interior de la visera) y casi seguro que robada por ellos mismos o por su camarilla.
La 2ª fue la gorra de paseo en Madrid, en un fin de semana me la dejé olvidada en un bar cercano a la estación de Atocha, me di cuenta cuando estaba ya bajando a la estación del metro pero volví corriendo y allí estaba, menos mal! porque esa vez sí que hubiera sido grave, cómo me presentaba el lunes en el campamento sin ella! y después de todo, qué suerte tuve de no cruzarme con algún mando del ejército o con los Pili y Mili o PM (policía militar) que merodeaban frecuentemente por Atocha y me hubieran emplumado.
Licencia absoluta
Estuve en la mili 14 meses y para poder licenciarme tuve que volver a la agrupación militar para entregar toda la ropa, incluidos los calzoncillos y las magníficas botas, despedirme de mandos y compañeros y recoger la cartilla que me entregaban firmada con lal icencia pasando a la (situación de reserva).
Una vez que me licencié tenía que presentarme periódicamente por las dependencias del gobierno militar para pasar la revista militar (cada año te sellaban la cartilla militar, en aquellos tiempos no te pagaban en la empresa si no tenías la cartilla actualizada).
La licencia no era definitiva hasta que no pasaran 15 años y en cualquier momento te podían movilizar si hubiese algún conflicto militar, por suerte nunca lo tuve que hacer, pasé la última revista militar y conseguí la licencia absoluta (el 30 de diciembre de 1986) y de esta forma pude olvidarme definitivamente de LA PUTA MILI.